Una de las cosas que más me gusta de estar en los caminos del Señor es que siempre hay más en Él, es decir, uno no termina de crecer y de alcanzar más y más en su Reino; quizá por esto me encanta compartir la palabra de 1Jn 2 acerca de las tres etapas de madurez cristiana. Sin embargo hoy quiero hablarle de otro pasaje similar que es Colosenses 3: La primera invitación que nos hace el apóstol es a dejar de poner nuestros ojos en lo terrenal y ponerlos en las cosas de arriba, la razón es que hemos muerto a esta vida, hemos sido crucificados (Ro 6:6) y sepultados (Ro 6:4) juntamente con Cristo, así que queda preguntarte… ¿En realidad ha muerto su viejo yo o siguen siendo uno mismo?… Dice después que, dado que esto pasó, debemos considerar los miembros de nuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia (LBLA) porque a causa de estos pecados viene la ira de Dios ¡sobre los hijos! Y aunque la RV60 dice sobre los hijos de desobediencia, una traducción más actual nos diría sobre los hijos que son desobedientes, lo cual es consistente con otros pasajes del mismo apóstol en Ro 8:13: si vivís conforme a la carne moriréis. Por alguna razón, aunque usted no se enterará de forma común en el presente que un cristiano de Trinidad mató a alguien o que cometió un gran desfalco, si escuchará bastante acerca de pecados sexuales (por eso yo predico tanto sobre esto!… dada la forma en que esto esta sobreabundando entre nosotros). Debe haber una transformación radical en la vida de un cristiano que se jacte de ser verdadero, de otro modo solo estamos fingiendo o engañándonos a nosotros mismos; no estamos hablando de la persona que va en camino a la restauración, que ha fallado pero cada vez menos y siempre vuelve a la cruz, estamos hablando de los que ya aprendieron a ver sus actos como normales, que aprendieron a justificarse, que han bajado sus estándares y éstos son iguales a los de afuera… En ellos el corazón se endureció y de no cambiar sentirán la ira de Dios no importando si una vez aceptaron a Cristo… Aquí no acaba el asunto sino que el apóstol nos invita (como asumiendo que ya superamos el pecado sexual y la avaricia), a que también dejemos el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio ademas de no mentirnos unos a otros, perdonarnos, amarnos y revestirnos de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia, siendo comprensivos con las faltas de los demás (LBLA)… ¿Verdad que hay mucho camino aun por delante?… Ánimo hermanos, prosigamos a la meta…!
Pbro. Efraín Reyes Bonilla