Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


¿VAS A IR?


Que agradable es cuando te invitan a un evento al que SÍ quieres asistir, y si tienes muchas ganas te preparas, consigues lo necesario y aguardas con gran expectación ese día; pero ¿qué pasa cuando no quieres ir? ¿qué de esas veces cuando serías capaz hasta de inventar algún pretexto mentiroso con tal de no asistir?

Uno de los días de la Semana Santa (seguramente el Lunes o Martes) Jesús fue al templo y lo purificó echando a los vendedores de animales y a los cambistas, después sanó a la gente y más tarde fue alabado por los más jóvenes. Al otro día volvió al templo y comenzó a enseñar, lógicamente los celosos encargados del templo al saber de alguien que está enseñando y haciendo otras cosas fuertes ahí, le reclaman: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? Recuerde que aunque usted y yo ya sabemos que Él es el Cristo, ellos no y el problema no fue el reclamo, el problema real está en la incredulidad y el menosprecio que ellos mostraron durante todo el tiempo del ministerio del Señor. Debemos entender que Jesús no está simplemente hablándoles como un hombre molesto que se defiende ante sus acusadores, el Maestro se duele por ellos, el día anterior lloró antes de entrar a la ciudad y Juan lo explica en el capítulo 1 de su evangelio con la contundencia que esta realidad tuvo: a los suyos vino, más los suyos no le recibieron.Por ello el Señor comienza a arrojarles primero parábolas, formas más sencillas y menos dolorosas que una palabra de juicio (como la que arrojó finalmente en el capítulo 23). Una de esas parábolas dice así: El reino de Dios es como un rey que ofreció una boda para su hijo. El rey envió a sus siervos para que les dijeran a los invitados que vinieran, pero los invitados no querían ir. Envió otra vez a otros siervos y les dijo: “Díganles a los invitados que todo está listo, que se mataron las reses y los animales engordados. Todo está preparado. ¡Que vengan a la boda!”  Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a trabajar en su tierra, otro se fue a sus negocios y otros ataron a los siervos del rey, los torturaron y los mataron.  El rey se enfureció, envió a sus soldados y ellos mataron a los asesinos y quemaron su ciudad.  Entonces el rey les dijo a sus siervos: “La boda está lista, pero los que se invitaron no la merecían. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a todo el que encuentren para que venga”…

Cristo hoy sigue invitándonos, a pasar tiempo de calidad con Él en oración, a conocerlo realmente a través de su Palabra, a seguir sus pisadas y convertirnos en ejemplos vivos de un carácter transformado, a traer a más personas de las tinieblas a su luz, a amarnos y soportarnos con paciencia, a ayudar a los necesitados… La invitación está hecha, la pregunta es ¿Irás? ¿O seguirás muy ocupado como para orar, escudriñar, testificar y hacer obra social? ¿Te vestirás del blanco de boda, o seguirás combinando colores de iniquidad y pecado mezclado con cristianismo? La consecuencia para quienes no estuvieron en la boda fue lloro y lamentación, así que mejor paguemos el precio, preparémonos para el gozo y la celebración que vendrá, seguro que vendrá…

Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla
Pastor de Jóvenes