Una de las características de la humanidad es que solemos torcer o quitarle lo sublime a casi todo lo que el Señor ha creado: Dios hizo animales y el ser humano experimenta con ellos produciendo seres deformes, Dios hizo el sexo en dos géneros y el ser humano insiste en crear más y pervertir algo hermoso, Dios puso orden en el hogar colocando a uno como la cabeza y el ser humano lo convirtió en “jefe” de la mujer para abusar y maltratar…
Estas fechas me recuerdan dos cosas, la sublime escena del nacimiento con ángeles, pastores, animales, una pareja, un bebé recién nacido, una estrella y mucha luz. Pero también me recuerda lo que el ser humano ha hecho con esta fecha, torcerla y quitarle lo sublime introduciendo elementos hermosos y sumamente comerciales para hacer de algo santo un motivo para ganar dinero y cometer abusos. No estoy en contra de que las personas ganen dinero honesto a través del comercio, pero detesto ver que nuevamente, igual que sucedió en el templo de Jerusalén, los comerciantes aprovechen la fe de las personas para venderles cosas a precios “inflados” (su precio normal se eleva simplemente porque se vende más)…comercializar con la fe es ofender al Señor… No me parece correcto tampoco que las personas aprovechen la ocasión para embriagarse, comer con glotonería y hacer fiestas en la cuales lo único que no está claro es su cristianismo; a veces esas fiestas se convierten también la razón para que las personas se peleen y saquen lo peor de sí mismas con su familia.
Una frase que me encanta dice “Jesus is the reason for the season” (Jesús es la razón de la celebración), y es nuestro deber el recordarlo, recordárselo a los hijos de Dios y enseñarlo a los que no lo son. Es tiempo de sacar no nuestro traje rojo sino nuestro buen testimonio, de vestirnos con buenas obras, con justicia, con un corazón paciente que no juzga pero sí enseña entre nuestros hermanos, con amor hacia los que no entienden el nacimiento del Señor y con celebraciones dignas de un hijo o una hija del Señor… El Rey nació en Belén, vino al mundo y vendrá otra vez… ¡VEN SEÑOR JESÚS!
Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla