Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


UN CORAZÓN QUE DA


Un corazón que da, es un corazón feliz. Muchas veces hemos hablado de la felicidad; el mundo entero habla de ella. ¿Qué es y dónde encontrarla? El ser humano se desvive por conseguirla, por alcanzarla. De una cosa estamos seguros: la felicidad está dentro de nosotros mismos. Ser feliz, es tener una paz y seguridad internas.

Como hijos de Dios, hemos encontrado el secreto para ser felices, pues Dios en su infinita bondad, nos ha llenado de esa paz y de esa seguridad. Hemos encontrado que la fuente de todo bienestar, es la presencia y comunión con nuestro Señor, y  que solamente en Él hay plenitud de gozo.

Pero todavía en muchos cristianos se refleja la tristeza, la  limitación y muchas veces hasta la amargura, porque no han cumplido con el mandato divino, con la esencia de Dios mismo: “DAR”.

En la Palabra de Dios se nos afirma que “mas bienaventurada cosa es dar, que recibir”, lo que quiere decir, es que somos más felices cuando damos, que cuando recibimos. Los grandes hombres de la Biblia, dieron sus fuerzas, sus vidas y talentos para servir al Todopoderoso, y vemos que al final, ellos fueron felices y están en la presencia de Dios.

Dice la Escritura en 2ª de Corintios 9: 6-9 “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.

Dios mismo nos da el ejemplo de dádiva suprema, Él, que es digno de recibir todo, absolutamente todo, “Nos dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

¿Qué motivó a Dios el darnos a su Hijo?   Su gran amor.

Dios, que es nuestro Padre y que todo da, desea que nosotros seamos semejantes a Él y que sepamos “DAR”.

El amor siempre te llevará a compartir, a dar; y si tú no sabes dar, todavía; puede ser porque no hay suficiente amor en ti. Muchas veces podrás dar en lo económico, en lo material; ¡Gloria a Dios!  Siempre habrá alguien cerca de ti que necesite tu dinero, pero muchas otras, lo que Dios te pide que des, es “a ti mismo”, tu tiempo, tus fuerzas, tu amor, tus palabras, tu comprensión, y hasta tus anhelos.

Constantemente a tu alrededor, habrá alguien deseoso de escucharte decir una palabra de amor, de comprensión, de consuelo, de perdón. Sé abundante en tu manera de dar.

Da sin reservas, da continuamente, da generosamente; pues solo estarás compartiendo, lo que de Gracia recibiste. Si te dejas guiar por Dios, tú siempre estarás en la posibilidad de ser un “dador”. No importarán las circunstancias, ni tu condición, pues en ti habita “El dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto”. Además, El Espíritu Santo te ha capacitado para ser instrumento de Dios.

Como dijera el poeta: tú puedes dar una sonrisa, una palabra de aliento o un apretón de manos…

ORACIÓN: Oh, Dios maravilloso, que nos enseñas a dar, dándonos a tu Hijo amado. Que nos enseñas a amar, amándonos; que nos enseñas a perdonar, perdonándonos, escucha nuestra súplica, Señor. Dar es la felicidad, haznos felices. Que aunque no podamos entender Tu gran amor, amemos; Que aunque no sepamos perdonar, perdonemos; y que aunque no tengamos nada que dar, nos demos a nosotros mismos. En el Amor de Cristo Amén.

Colaboración: Susana V. de Hinojosa

Pbro. Raúl Rosas González