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TRES RESPUESTAS A LA ORACIÓN


Oremos para el avivamiento. Pasajes de Oración: III. Cuando nos volvamos de nuestros malos caminos. El mal camino de olvidarse de Dios debe ser dejado. Salomón vio cómo su pueblo se olvidaba de Dios. Jeremías 2:13, 32, habla de la misma experiencia. El profeta dice que una novia no olvida sus joyas o su vestido de novia, pero el pueblo de Dios lo olvidó a él en incontables ocasiones. Volvámonos de este olvido de Dios. El mal camino de abandonar la casa de Dios debe ser dejado. La gente ha abandonado la casa y la causa de Dios. En la época del texto el pueblo traía numerosos sacrificios. Los primeros frutos de la tierra y de sus ganados eran traídos también. El tiempo pasó. Su dedicación, consagración y búsqueda de Dios se enfrió. Pronto se olvidaron. Al precio de su propia sangre, Jesús nos dio la iglesia. Y muchos la han olvidado. El mal camino de la vida inmoral debe ser dejado. El inglés Eduardo Gibbon, a finales de los 1700 escribió “La declinación y la caída del imperio romano”. Él dio razones para esa calamidad. La vida familiar, la religión y la moral decayeron, los armamentos aumentaron, y había un delirio por el placer. Entre Roma y nuestra nación hay una gran distancia, y están separadas por cerca de dos mil años de historia; pero espiritual y moralmente estamos casi en el mismo terreno. En el Antiguo Testamento leemos la historia del rey Manasés, un rey cruel y malvado sobre el pueblo de Dios (2 Crónicas 33). El introdujo religiones paganas, sacrificó niños en altares paganos y profanó la casa de Dios. Por sus pecados, Dios permitió que ejércitos paganos se lo llevaran cautivo. Allá en Babilonia, entre la gente de la tierra, Manasés se arrepintió y clamó a Dios. El Señor lo escuchó y lo restauró al trono. Si Dios hizo eso por Manasés, también está dispuesto a perdonarnos, limpiarnos y renovarnos a nosotros. ¿Estamos dispuestos a que Dios nos avive? CONCLUSIÓN: RECORDEMOS LAS TRES RESPUESTAS A LA ORACIÓN. SERÁN 1.- Oiré desde los cielos, 2.- Perdonaré sus pecados y 3.- Sanaré su tierra.”

Pbro. Rodolfo Torres Pérez