En la ciudad de Cesarea vivía un hombre llamado Cornelio. Era capitán de un grupo de cien soldados romanos, al que se conocía como Regimiento Italiano. Cornelio y “todos los de su casa” amaban y adoraban a Dios. Además, Cornelio ayudaba mucho a los judíos pobres, y siempre oraba a Dios. Hechos 10:1,2. TLA.
Pocas familias enteras en la actualidad tienen el privilegio de servir a Dios y en unidad, no es fácil en nuestros días debido a las nuevas leyes, que nos enfatizan la libertad de expresión y los diversos derechos de los individuos, incluyendo los de los niños; leyes, surgidas por la nefasta conducta de muchas personas que han estado abusando de otras en diversas situaciones y localidades; como maridos golpeadores de sus esposas y sus hijos, por lo que el estado y otras asociaciones altruistas han tenido que intervenir para proteger a las víctimas aún en sus propios hogares.
En los tiempos de Cornelio, estaba legalmente permitida la esclavitud y por consiguiente, todavía los amos tenían derechos y decidían por sus siervos; y aún los padres decidían sobre sus hijas en el matrimonio (por ejemplo: 1 Co. 7:37-38); por supuesto que eso nos escandaliza ahora, pero en ese tiempo era normal; sin embargo no todo era negativo, pues los padres decidían sobre la fe de sus hijos por lo menos hasta que salían de casa, y sobre todos sus empleados y personas que dependían de él, así que si el hombre de la casa era temeroso y adorador de Dios, “toda su casa” lo era. Cornelio, según la Biblia nos dice, era piadoso y temeroso de Dios con “toda su casa”, y su buen ejemplo y gran influencia trascendió hasta su regimiento en el ejército, ya que, cuando envió por Pedro, siguiendo las indicaciones del ángel del Señor, incluyó a un saldado devoto que le asistía, algo como de su guardia personal, otra versión dice “soldado de su confianza que amaba y adoraba a Dios”. Cornelio, un hombre que creyó en Dios y trasmitió esta fe a “toda su casa”, fue escuchado por Dios y salvado con “toda su casa” por el mensaje del Evangelio a través de Pedro; también fueron llenos del Espíritu Santo y bautizados en agua; naciendo así la primera congregación “no judía” en el Nuevo Testamento.
Para nosotros hoy, no es nada fácil servir a Dios con “toda nuestra casa”, puesto que tenemos que respetar las voluntades de los que viven con nosotros, incluyendo, esposa o esposo, hijos, empleados etc.; pero si podemos rogar continuamente al Señor que nos llene de su Espíritu Santo rebosando del gozo del Señor y su victoria continuos, nos ayude para ser buen ejemplo, de forma que nuestro estilo de vida sea deseable para ellos, y nos inspire para darles el mensaje del evangelio con eficacia.
Señor, llénanos de tu Espíritu, guíanos a ser tus testigos en hecho y palabra, y salva y llena de tu Espíritu también a “toda nuestra casa”, en el nombre de Jesús, AMÉN.
Pbro. Lorenzo Reséndiz Arvizu