Al revés de lo que muchos dirían, que la gloria y los favores de Dios vienen sobre personas excepcionales y que sólo le habla a personas especiales o muy espirituales, el nacimiento del Señor nos muestra que Dios no hace acepción de personas (Stg 2) y no solamente les habla sino que hace sus maravillas y perfecciona su adoración a través de ellos. En esta última ocasión haré referencia a dos personajes de los que no se habla mucho pero que dejan entrever grandes características que debiéramos imitar. A los ocho días de la Navidad no ocurrió el fin de año (como sería lo lógico para nosotros 8 días después del 24 de diciembre), sino que llevaron al bebé Jesús a ser circuncidado y se estableció su nombre conforme a lo dicho por el ángel. Días después, al haber cumplido con el ritual ceremonial, sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo a Dios y para ofrecer lo estipulado al sacerdote. Ahí estaba Simeón, un hombre que la Biblia describe (en Lucas 2) como justo y piadoso (otra versión dice que dedicaba su vida a Dios y hacia su voluntad), y al cual el Espíritu Santo le había dicho que no moriría sin ver al Ungido. ¿Qué tipo de oración habría hecho Simeón? ¿Le habrá dicho a Dios, “déjame ver la realidad de tus promesas? ¿O quizás algo como, “déjame vivir para ver que es cierto todo esto”? La verdad es que hablamos de un hombre de fe, porque ¿qué tiene de espectacular ver a un niño de ocho días? Nada si no se es una persona como Simeón, alguien capaz de escuchar la voz de Dios en un tiempo donde escaseó la profecía, capaz de ser sensible a una voz que lo llevó a coincidir en el templo con la familia de Jesús en el tiempo preciso, alguien que inspire lo necesario como para prestarle a tu niño de ocho días y que lo cargue aunque ni es el sacerdote, y ni siquiera lo conoces; aún alguien capaz de profetizar algo tan preciso como el verso 34 y 35 acerca de él pero también de su madre (Dios ha elegido a este niño. Por él, en Israel muchos caerán y muchos se levantarán. Él será una señal de Dios que muchos no aceptarán. Sacará a la luz las verdaderas intenciones de muchos, las cuales han estado secretas hasta ahora. También te hará sufrir como si te traspasara una espada). ¿Y qué dice usted de Ana, una mujer que estuvo casada 7 años y 77 viuda y que nunca se alejaba del templo? ¿Qué opina del hecho de que a su edad fuera una profetisa digna de ver al Señor Jesucristo y de pasar a la “inmortalidad” a través de la pluma de Lucas?
He querido que usted entienda que la historia bíblica de la Navidad esta llena de personas normales que actuaron como personas asombrosas y Dios les dio el privilegio de ser parte de esta maravillosa historia. ¿Alcanza a entender lo que Dios podría hacer con usted si decide hacer lo mismo?….
¡FELIZ AÑO NUEVO!… recomenzamos nuestras reuniones de jóvenes el día 12 de enero.
Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla