Al revés de lo que muchos dirían, que la gloria y los favores de Dios vienen sobre personas excepcionales y que sólo le habla a personas especiales o muy espirituales, el nacimiento del Señor nos muestra que Dios no hace acepción de personas (Stg 2) y no solamente les habla sino que hace sus maravillas y perfecciona su adoración a través de ellos. En esta ocasión hagamos una reflexión acerca de los pastores y los ángeles; es Lucas quien relata este momento y nos explica que los pastores estaban cuidando a sus rebaños, seguramente en un área apartada de la ciudad y lejos del resto de la población, de modo que el lugar estaba oscuro y solo se vería el fuego encendido de alguna antorcha o fogata. Dice la Palabra en forma literal que “la gloria del Señor los rodeó de resplandor”, no porque lo merecieran o porque lo estuvieran esperando sino porque Dios tomó forma de hombre y se estaba anunciando, especialmente a “los suyos”; debió ser impactante ver la oscuridad llenarse de luz un tan solo unos momentos. Este ángel les explicó lo que estaba ocurriendo cerca de ahí, pero unos momentos más tarde ¡ya no era sólo uno! sino una multitud de ángeles con un canto de alabanza y reconocimiento que glorificaban a Dios dando también un mensaje de paz. Cumplieron su parte y fueron testigos presenciales del hermosísimo cuadro del nacimiento del Señor, a diferencia de todos aquellos a quienes los pastores les contaron todo lo que habían visto pero que no reaccionaron yendo a adorar al Salvador… ¿Tú también le adorarás de corazón en esta Navidad? ¿Le contarás a los tuyos que no han visto al Señor que Él nació, murió y resucitó? ¿Estás listo para ver al Señor?

Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla