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REVISEMOS NUESTROS CAMINOS


El pueblo de Israel vivió un tiempo muy hermoso y de abundancia cuando, por designio de Dios, José fue puesto por cabeza en Egipto y los israelitas fueron traídos como invitados para vivir en Gosén, una tierra abundante en la delta del Río Nilo. Sin embargo llegó el tiempo donde José murió y también el faraón y se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José. Los invitados se convirtieron en esclavos y el mundo cambio totalmente para ellos. De una forma similar, he visto a generaciones de personas que hoy son adultos y adultos mayores hablar acerca de tiempos bellos donde la Iglesia Metodista fue muy fuerte, con grandes grupos de jóvenes, y se abrieron hospitales, escuelas y otros centros. Hoy la generación cambió y muchos de los líderes que estuvieron al frente en esos tiempos son ya personas mayores y algunos ya están con el Señor. Tristemente como denominación Metodista hemos crecido en algunas áreas pero hemos decrecido mucho en otras y, aunque lo más sencillo (e irresponsable) sería culpar a nuestros líderes, la verdad es que la Iglesia misma (la gente) también ha cambiado. Ahora le toca a un servidor, por ejemplo, pastorear a una generación que tiene poco respeto por sus mayores y casi ningún respeto por sus autoridades, una generación que pierde contacto social físico y lo cambia por contacto social electrónico, que prefiere traer la Biblia en su celular (y no muy seguido leerla) en comparación de aquellos que se enorgullecían cargando su libro en forma pública para dar testimonio; es también una generación muy emocional que tiende a emocionarse mucho con la forma pero descuida bastante el fondo y el contenido (lo cual se refleja en la música, el cine y casi cualquier expresión artística). A esta generación también se le exige menos, se le disciplina menos y se le reconocen más sus “derechos” (ahora hasta las mascotas tienen derechos). La gente he cambiado y al hablar de esta generación no me refiero a jóvenes exclusivamente, me refiero también a adultos y por eso quiero hacer esta exhortación en el temor de Dios y el amor de Cristo: Revisemos nuestros caminos Iglesia, distingamos, hagamos uso del discernimiento, no tratando de volver a las sendas antiguas solo por hacerlo o solo por nostalgia (recordando que nunca hablaremos con sabiduría si decimos que todo tiempo anterior fue mejor, Ecl 7:10); pero sí retomemos lo que debemos retomar, lo mejor de los valores enseñados por las generaciones anteriores, lo bíblico de sus vidas y no desechemos a aquellos que ya caminaron el camino antes que nosotros, sino aprendamos con humildad de sus errores y sobre todo de sus aciertos.

Pbro. Efraín A. Reyes Bonilla