Muchas veces oímos de nuestros familiares no cristianos, amigos y hasta de hermanos en la fe menos espirituales: ¿Por qué van tanto a esa iglesia, qué tanto hacen o les dicen ahí?
Claro que ellos ignoran lo que ésta significa para nosotros, las bellas y relevantes experiencias que vivimos, y lo que la Palabra de Dios nos manda acerca de por qué ir por lo menos cada semana a la iglesia. Pero, pensándolo bien, ¿Qué tanto nos ayuda o beneficia venir a la iglesia?
Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados y el Señor les mande tiempos de alivio, enviándoles a Jesús… ( Hechos 3:19,20, DHH)
- SALVACIÓN – Congregarnos o venir a la iglesia, de inicio, es decir, la primera o primeras veces, antes de ser cristianos; nos alerta, o sea, nos dice que somos pecadores y estamos alejados de Dios por nuestros pecados, pero que Dios nos ama y nos ha visto en nuestra perdición y sufrimiento, y por ello nos advierte de nuestro destino eterno de condenación al rechazar a su Hijo Jesucristo, quien fue enviado a la cruz por nuestra salvación y vida eterna. Al decidirnos por Cristo, es porque el Espíritu Santo actuó en nosotros haciéndonos ver cuán ciegos, ignorantes, culpables y desagradecidos hemos sido con nuestro Creador; entonces al arrepentirnos de nuestros pecados pronto experimentamos EL GOZO DE LA SALVACIÓN, al sentirnos libres de sus ataduras, limpios y sanos; con el milagros del NUEVO NACIMIENTO, nuestra mente es renovada, nuestro rumbo es otro y sentimos el grande y verdadero amor hacia Dios, a nuestra familia, a todas las demás personas; y hasta nuestro aprecio o valor por nuestro trabajo, naturaleza y toda la vida es nueva; ese es el alivio que Dios promete en su Palabra al arrepentirnos y al llegar Jesús a nuestro corazón.
- CONFIRMACIÓN Y PERSEVERANCIA – Ya siendo salvos y estando (o viniendo a) en la iglesia, nos damos cuenta que todos o la mayoría de ellos y ellas, han experimentado, sienten, ven, entienden y hacen lo mismo o casi lo mismo que nosotros. También nos damos cuenta que hay mucho mas del NUEVO NACIMIENTO, y que el ausentarnos de las reuniones, nos debilita espiritualmente, cayendo nuevamente en los pecados que tanto vacío y culpabilidad nos trajeron, volviendo la tristeza, la soledad y el remordimiento y hasta la inseguridad de la nuestra SALVACIÓN; entonces comprobamos que ir a la iglesia nos fortalece, dirige y nos alimenta. (su palabra, la convivencia con nuestros hermanos y la alabanza y adoración) Congregarnos entonces, deducimos que es de vital importancia tanto para nuestro desarrollo espiritual, como para nuestra perseverancia en el Camino del Señor.
- DIRECCIÓN Y SERVICIO A DIOS – Convencidos entonces que en la iglesia podemos ser salvos al oír el Evangelios de Jesucristo, y que necesitamos seguir yendo para poder permanecer en la fe y gozar en la comunión con nuestros hermanos, y en la presencia de Dios manifestada en los cultos de adoración, nos preguntamos, ¿Qué más? ¿Qué más hacen y dicen en esa iglesia? Bueno, Aprendemos juntos que debemos congregarnos, que debemos capacitarnos y cumplir un ministerio, porque Dios nos ha dado diversos dones; y hemos de seguir los pasos de nuestro Maestro, Señor y Salvador Jesucristo quien un día dijo y lo demostró: “Yo el Hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para dar mi vida por la salvación de muchos.” (Mateo 20:28. TLA). Así entonces, venimos a la iglesia, para capacitarnos y encontrar nuestro ministerio, para poder decidir correctamente nuestra misión en este mundo mientras vivimos o hasta que Cristo venga. Es en la iglesia donde los cristianos tomamos las decisiones que determinan nuestro buen vivir; y de esta forma, ir de gloria en gloria; experimentando el gozo supremo: adorando a Dios y sirviendo a nuestro prójimo.
Pbro. Lorenzo Reséndiz Arvizu.