A comprender que la celebración “día de muertos” es más delegada por indígenas de Mesoamérica, tales como: aztecas, náhuatl, mayas, etc, que la festividad “Día de los santos difuntos”. Los pueblos prehispánicos en su cosmovisión concebían la muerte como una transición entre la vida en la tierra y una nueva vida en el más allá en compañía de los Dioses en lo cual sostenían prácticas de interacción con los muertos mediante rituales. Sus símbolos como la flor de cempasúchil (náhuatl “flor de veinte pétalos) es usada (por sus llamativos colores y su olor característico) para guiar a los difuntos en el camino de regreso a la tierra para su convivencia con sus vivos. Tras la conquista española la iglesia católica con la finalidad de convertir a los indígenas conservaron su costumbre y la trasladaron al 2 de Noviembre para que compaginara con su festividad de “Día de todos los santos” que consiste básicamente en realizar rezos y misa para ayudar a las almas que murieron sin ser limpias de sus pecados veniales a alcanzar la visión beatífica. El “Día de todos los santos” está íntimamente relacionado con el Samhain puesto que era una festividad celebrada el 13 de mayo y cambiada al 1 de noviembre con la finalidad de conservar el ritual espiritual de nuevo año celta (Samhain) esto una vez que conquistaron las tierras donde moraban los celtas. El 31 de octubre era el Samhain, día en que los espíritus de los muertos visitaban sus familiares para sostener una interacción. Esta festividad céltica se le llamó “Víspera de todos los santos” (Halloween) agrupada por la iglesia católica como preámbulo a su festividad “Día de todos los santos”..
Es así que la festividad prehispánica de rituales a sus muertos, el Samhain céltico y el “Día de todos los santos” dieron como resultado mediante una conjugación a lo que se conoce como “Día de muertos” una práctica de la idiosincrasia mexicana y sincretismo religioso
El “Día de muertos” no es tan sólo una práctica cultural y tradición mexicana como se dice es todo un trasfondo de rituales espirituales a divinidades indígenas prehispánicas y célticas ¿Por qué no es correcto participar?
1.- No celebramos la muerte damos énfasis a la vida en Cristo. Nuestro DIOS resalta la vida no festeja la muerte (Juan 11:25). La muerte no es un fin como esta festividad lo promueve sino un medio en separación para vestirnos de la vida, lo eternal, la verdadera festividad a celebrar (2ª Corintios 5:2 – 4). 2.- Los muertos no regresan y no (Lucas 16:26) es ni adecuado ni correcto el pretender o si quiera de manera simbólica el creerlo y trasmitirlo en un ritual como este. Los muertos duermen estando inhabilitados y no facultados para percibir este mundo (Ap. 6:9 y 10) que han dejado. 3.- No es correcto bíblicamente orar por los muertos puesto que su oportunidad de creer y de ser redimidos de sus pecados es en vida y no después de. El pedir para que alcancen su redención es irrelevante y anti bíblico (He. 9:27).
Existe para muchos un argumento bíblico que justifica una tradición como esta. En Jeremías 34:5 hallan tal cuestión. A comprender 1.- No es una conmemoración sobre un día de muertos. 2.- No conlleva un concepto teológico que discrepe con la Biblia. 3.- Era una costumbre endechar (composiciones poéticas de tristeza y añoranza) a los muertos como muestra de cariño y recuerdo, como también quemar especias a su recuerdo, no equivale esta acción bíblica a un ritual espiritual que difiere de la doctrina bíblica como lo es el “Día de muertos”. Entonces… ¿es prohibido visitar la tumba de un ser querido? No conlleva hacerlo en un día que se conmemora a la muerte pero el realizar el acto a manera de endechar al ser querido fallecido no es prohibido. Hay que separar lo teológico de una acción de recuerdo. De hacerlo bajo la creencia de hablar con ellos, de otorgarle una alegría, acompañarlos, orar por ellos, sí es una situación equivocada por consiguiente inapropiada e incorrecta. Antes de pretender visitar la tumba hay que conocer las razones y propósitos para hacerlo y saber que el ser querido ha dejado este mundo pero siendo llevado en el corazón sin la necesidad de ir a su tumba donde sólo están sus restos incapaces de percibir pero de querer hacerlo, bajo lo mencionado, no contribuye un acto prohibido.
Pbro. Sergio Jonathán Lozano Luna.