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Procesos en la vida de José Un mal transformado en un bien


Salmo 105:17-23: “Pero envió [Dios] delante de ellos [el pueblo de Israel] a un hombre: a José vendido como esclavo. Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del Señor probó que él era veraz”. El rey ordenó ponerlo en libertad, el gobernante de los pueblos lo dejó libre. Le dio autoridad sobre toda su casa y lo puso a cargo de cuanto poseía con pleno poder para instruir a sus príncipes e impartir sabiduría a sus ancianos. Fue Dios quien envió a José a Egipto, ÉL LO ENVIÓ. Dios había dispuesto un tiempo para que “Su Palabra [en cuanto a José] se cumpliera”. “Hasta que la Palabra de Dios lo probó.” Por lo cual, las cosas que José sufrió no eran por mala suerte o por malas circunstancias, sino los pasos que Dios había dispuesto para el plan que tenía para él. Ese fue un proceso que Dios había planeado para desarrollar en él lo que era necesario para el próximo paso. Romanos 5:3-5 dice en cuanto a las tribulaciones: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones …” También en Santiago 1:2-4 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia…” Hebreos 10:36: “porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” Necesitamos paciencia para llevar a cabo la voluntad de Dios y aunque no nos guste, la paciencia se produce a través de procesos no de caminos cortos. José no podía avanzar al paso 3 [ser el segundo en mando en Egipto y ser el medio para salvar a Israel] sin haber pasado primero por el paso 1 [haber sido odiado por sus hermanos y el haber sido vendido a la casa de Potifar en Egipto] y 2 [haber sido enviado a prisión injustamente]. Como en el Salmo 105 dice: “Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, hasta que se cumplió lo que él predijo” lo que Dios tenía preparado para José desde el principio era el paso 3. Sin embargo, no lo hubiera hecho posible sin haber transcurrido los pasos 1 y 2. Queremos la resurrección sin crucifixión. Queremos ser discípulos pero sin cargar la cruz. Simplemente no se puede. Si el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;” (Hebreos 5:8) ¿acaso creemos que podemos aprenderlo de otra manera? Si sí, entonces nos engañamos a nosotros mismos. Los procesos son pasos, solo para llevarnos más arriba y son planeados por Dios para nuestro beneficio. Así como para José, para nosotros también son herramientas que Dios planeó para desarrollar en nosotros lo que es necesario para el siguiente paso en el cual nos quiere tener. Nadie va a aprender obediencia sin haber padecido sufrimiento. Nadie va a producir paciencia sin tribulaciones. Nadie va a alcanzar el propósito que Dios tiene para él sin permitirle al Señor que desarrolle (y remueva) – a través de procesos- lo que Él considere necesario. Si por lo cual, este es un tiempo que parece estar lleno de preguntas y las respuestas son muy pocas, no pierdas el ánimo. Confía tu corazón al Señor. Él sabe lo que está haciendo y lo que está haciendo es verdaderamente para bien y para Su gloria. Génesis 45:7-8 “Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra. Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes.” Y también en Génesis 50:19-20 “No tengan miedo — les contestó José. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.

                                                          4/4                                         Pastor David Almanza.