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Precisamos de Santos


En este mundo posmoderno que abarata las cosas de verdadero valor, las virtudes cristianas son despreciadas por “arcaicas” ante el “avance” progresivo de la sociedad. Sin embargo, en medio del asfixiante calor de las ideologías humanas, el mundo grita inconscientemente  y pide que alguien sea santo. Necesitamos santos que usen Jeans y Tenis, que vayan a la universidad y al trabajo revestidos de aquel aroma celestial. Necesitamos santos que sonrían, que vivan y convivan, que lloren y amen, que sufran y se alegren, santos que oren con hambre de ser saciados; santos que alimenten al pobre, hablen por el excluido, visiten al enfermo, y recuerden su vocación, por lo tanto el valor verdadero de las virtudes de nuestro pueblo: amor, sencillez, bondad, templanza, fe, gozo, paciencia, justicia, sinceridad, gracia y reverencia ante lo bueno.

Ante el delirio inicuo de una sociedad pervertida, Juan Wesley hablo de la santidad, como una expresión natural del Cristiano militante. Hemos de recordar, que el valor de nuestra heredad nos llama a imitar los tiempos en que aquellos hombres caminaron, e impulsados por tan digno ejemplo, transitemos con valor la senda que trazaron.

Aquel joven llamado Tertuliano se convirtió al ver que los cristianos morían gustosos en el coliseo romano, preguntándose incesantemente ¿porque son tan diferentes? y Agustín el inmoral insolente se sentía atraído por la vida de Ambrosio, que con su carácter templado y amante atraía al pueblo a escuchar la Palabra de Dios. A mis hermanos jóvenes les recuerdo que aquel hombre llamado Noé “halló gracia delante de Dios”. (Génesis 6:8) Porque no era como todos los demás hombres, no caminaba como ellos, no pensaba como ellos y no vivía como ellos, su vida era un aroma fragante en el trono del Señor, y el Señor le extendió la mano en favor misericordioso. Vivamos en el mundo el tiempo que nos quede, mas amemos tanto al mundo que no formemos parte de él, pues tanto daño le hace al mundo el cristiano que con su vida proclama “mi senda carece de valor” transitaré por la tuya y por la mía sin ningún temor. Concluyo diciendo que quien nos vea comprenda que caminamos una senda diferente, de mucho mas valor, y viéndonos vividla al igual que Tertuliano diga así ¿porqué son tan diferentes? Precisamos de santos.

Pbro. Edgar Pacheco