¿Le ha tocado cuidar una fiebre durante la noche? ¿Y qué me dice de cambiar un pañal? ¿Ha usted acompañado una depresión o una decepción amorosa de las que duran mucho tiempo? ¿Y qué me dice de apoyar aun cuando las cosas salieron mal o cuando sin lugar a dudas el culpable es nuestro ser querido? Ser padre significa todo esto y mucho más, significa una inversión económica mucho mayor al rendimiento, significa responsabilidad, trabajo, desgaste y también hacer cosas e ir a lugares que uno no quiere. Como pastor de jóvenes he visto y oído mucho acerca de papás, he visto a muy pocos que hacen un trabajo excepcional, he visto a otros que se han equivocado drásticamente pero están luchando por corregir sus errores, he visto a algunos que han doblado su orgullo anterior y con humildad están volviendo sobre sus pasos para rectificar el camino; he visto a los que creyeron que la disciplina física no era necesaria y que fueron con los años avergonzados (como lo dice la Palabra) y he visto a los que descuidaron a sus hijos y ambos, están peleando por enmendar los errores… También he visto a los demás… (Y son la mayoría!) Y al verlos oro para no caer yo también en las trampas del orgullo, la necedad, la manipulación, la ignorancia a propósito, la cerrazón de oídos, la autosuficiencia, el amor a las costumbres ineficaces y a los mandamientos de hombres, de no trabajar por mis hijos para luego pedirles que me paguen de regreso cuando tengan dinero, de no insistirles en las cosas de Dios hasta que sea tarde y sobre todo de no tener enfrente de mí el error y ser el único que no se da cuenta… Dios nos dejó una guía (pero hay que leerla) de cómo ser padres, para saber hacer LO MISMO que Él hace con nosotros (no solo lo que nos acomode)… Gloria a Dios por los padres que día a día buscan la guía del Padre celestial para hacer bien su labor… ¿Cuál de ellos eres tú?… ¿Seguro?
Pbro. Efraín Reyes