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#PARANADADEACUERDO


Si usted piensa que nos equivocamos al escribir el título de este boletín entonces tal vez no está  familiarizado con este tipo de frases llamadas “hashtags”, una nueva forma de expresión que se utiliza en las redes sociales para explicar una idea de modo que se extienda hacia varias personas. Y es que intentaré, de las formas que me sea posible, mostrar mi desacuerdo y hacer algo respecto a la siguiente noticia:

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de México publicó hoy una tesis que avala su autorización al matrimonio homosexual en el país para evitar que entre los mexicanos existan “ciudadanos de segunda clase” y cuya aplicación será obligatoria a partir del próximo lunes. (Publicado en el Diario de Yucatán el pasado 19 de junio).

Y con esto quiero hacer extensiva a la iglesia la exhortación que se nos hizo como pastores en estos días: tenemos que hacer algo. Y es que durante mucho tiempo, décadas quizá, la iglesia cristiana mexicana se ha caracterizado más por su silencio que por su participación activa y efectiva en moldear el carácter de la nación. No hacer nada, o simplemente enojarse, no es suficiente; esto equivaldría a ser un padre quien, cuando su hijo comete una acción equivocada, no hace nada o simplemente se enoja. Tenemos que ser más participativos y más efectivos en nuestro papel como ciudadanos, es necesario alzar nuestra voz sin “persignamientos” ni “golpes de pecho”, hablando con prudencia y verdadera cristiandad, y sin temor al rechazo que recibiremos de parte de aquellos que no piensan bíblicamente, después de todo, estos grupos dejaron atrás ya su temor a ser rechazados y ahora están peleando con más valor que nosotros por sus derechos. Ellos tienen derecho a expresarse, nosotros también gozamos del mismo derecho, el de defender la Biblia, los valores morales, la figura de la familia producto de un matrimonio heterosexual, así como tantos y tantos principios que ni siquiera son nuestros, sino que heredamos de nuestro Dios a través de su Palabra Santa.

No es tiempo de silencio, tampoco es tiempo de simples participaciones individuales, no es tiempo de tratar sin amor a quien está pecando, no es tiempo de religiosidad, no es tiempo de tibieza ni de hábitos de santidad mediocres… ¿Tú qué vas a hacer? O mejor dicho ¿Qué vamos a hacer juntos? Lo que queda claro es que la estrategia no puede ser lenta pero tampoco puede provenir de nosotros mismos, tiene que ser resultado de la oración, tiene que ser el resultado de consultar a Jehová, quien ama al homosexual y no quiere que ninguno perezca, sino que todos ellos procedan al arrepentimiento.

Es necesario aclarar algunas cosas después de haber expresado lo anterior: Igual que sucede con la Biblia, si se toman una o dos frases de este escrito sin considerarlo en forma completa, el significado real se alteraría, por lo que si lees o usas estas líneas, no las uses fuera de su contexto completo; este no es un escrito de menosprecio al homosexual, sino una reacción de parte de un amante de la Palabra de Dios ante los acontecimientos que están ocurriendo en su tierra, la reacción normal de alguien que cree en Jesucristo y no está dispuesto a que el pecado sea llamado normalidad, y por último, el escrito tampoco refleja el sentir de toda mi denominación pero sí el de todos aquellos que amamos genuinamente la Palabra y no le hacemos cambios a nuestro gusto.

Que ahora que está sobreabundando el pecado, sobreabunde también el amor y la gracia tanto de parte de Dios como de parte nuestra… Amemos al pecador, aborrezcamos al pecado… El evangelio urge en México…

Pbro. Efraín Reyes Bonilla