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Oraciones sin estorbo


Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1 Pedro 3.7. Este versículo, en la primera epístola de Pedro, provee la prueba más fehaciente que la vida espiritual no puede estar divorciada de la vida cotidiana. A pesar de que muchos cristianos viven dos clases de vidas totalmente diferentes dentro y fuera de la iglesia, para el Señor la vida es una sola. Cuando las vivencias de un discípulo en el mal llamado «mundo secular» contradicen las afirmaciones de la verdad que realiza cuando está reunido con la congregación de los santos, su relación con Dios queda profundamente afectada. El ejemplo puntual que escoge el apóstol tiene que ver con la vida matrimonial. Es en este ámbito que mejor se puede evaluar el compromiso espiritual de una persona. Resulta sencillo «amar» a una persona con la que compartimos apenas unas horas por semana, pero es un verdadero desafío practicar el amor y la compasión con aquellas personas que no pueden ser fácilmente impresionadas por nuestras palabras. Por esto, Dios llama a la pareja a reservar para su vida de hogar las mejores inversiones de su vida espiritual, pues es allí donde podrán conocer las expresiones más profundas del compromiso con Cristo. Esto no solamente tiene valor por lo que podemos aprender, sino también porque afecta nuestra posibilidad de relacionarnos con el Señor. En el caso de los maridos, Pedro señala que deben vivir sabiamente con sus esposas, de manera «comprensiva» según la versión de La Biblia de las Américas.               1 Parte.

Pbro. Rodolfo Torres Pérez