Hablando del tema de la vida en el Espíritu, es importante entender un hermoso balance que su presencia genera en la vida de las personas; por un lado, cuando Él llega produce dones, capacidades espirituales de poder y servicio que nos ayudan a hacer la obra de Dios. Por otro lado, el ES produce un fruto (del griego karpós que significa algo que proviene de otra cosa como resultado o efecto), es decir, como resultado de su venida hay una consecuencia, y esta es, un cambio de carácter (paciencia, gozo, paz, etc.); este cambio es una evidencia clara acerca de su venida, y por lo tanto, la ausencia de ese cambio evidencia la falta de su venida (o en todo caso la negación de su reinado). El libro de Romanos enseña que debemos vivir conforme a lo que el Espíritu nos indique y es clarísimo que Él quiere enseñarnos a amar a los demás y a tratarlos y verlos como Dios lo hace.
Me parece increíble la facilidad con la que las personas hablan mal de otras en nuestro entorno (aun si son de su propia sangre) y emiten juicios acerca de lo que hacen y dicen; esto conlleva juicio ya que, quien habla acerca de otro está creyendo que las cosas deberían ser o hacerse diferente, deberían de hacerse como el/ella piensan y por ello, serán medidos con esta misma medida pero ahora ¡por el Padre!… Normalmente quien hace esto no observa su propia vida de la misma forma en la que observa la de otros, y mi opinión es que esto ocurre por la misma razón por la que nos cuesta también trabajo vernos físicamente a nosotros mismos (por nuestro diseño anatómico)… ¡es más fácil ver a los demás! Y por ello es mas difícil reconocer nuestros errores. El problema es cuando las personas convierten esto en un hábito y piensan que su función en la vida es decirle a otros sus errores… QUE ERROR! (Y que horror será cuando ellos estén frente al Padre si no cambian su comportamiento)… Si he de hablar de la vida en el Espíritu tengo que denunciar estas cosas, especialmente porque hay gente que se llama así misma cristiana y cree que vive en el Espíritu pero cuyas formas de ver y tratar a otros reflejan que Cristo jamás llegó a su vida… Esta denuncia continuará…
Pbro. Efraín Reyes Bonilla