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¿MINISTROS ES IGUAL A SERVIDORES?


 El diccionario define a un ministro como: a) Jefe de cada uno de los departamentos en que se divide el gobierno de un Estado; b) Superior de un convento; c) En algunas religiones, sacerdote; d) Persona que ejecuta las órdenes de otra; e) Jefe del Gobierno o presidente del Consejo. La Biblia define la misma palabra de forma muy diferente: a) Aquel que sirve a Dios (2cr 29:11); b) Aquel que realiza una función en la Casa de Dios (Es 7:24); c) el que hace su voluntad (Sal 103:21); d) el que gime delante de Dios a favor del pueblo (Jo 1:13 y 2:17); e) el que anda en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, etc.; f) El que es fiel y enseña la buena doctrina (Ef 3,6 y 1Ti 4)
La diferencia entre ambas concepciones es que, para los que no son de Cristo, el ser ministro es una posición de autoridad y privilegio, pero para los que sí lo son, es una posición de servicio y trabajo. Cristo nos enseñó que el camino hacia la grandeza proviene de la humildad y el servicio (Mt 20), pero en ocasiones vemos dentro de la iglesia esta corriente que exalta el nombre, la posición y la autoridad, personas que difícilmente lavarían un baño o recogerían la basura, personas que aman los primeros asientos (Mt 23) y les gusta ser llamados jefe, padre, licenciado, etc., o que les encanta que se les hable de “usted” (aunque a Dios y a Jesús les hablamos de “tú”). También hay una tendencia en la actualidad que el Señor nos avisó que sucedería (Mt 25) donde la iglesia se adormecería y “enterraría” sus dones y talentos o los usaría solo para beneficio propio. La última tendencia negativa que mencionaré es aquella en la cual se levantan “ministros” que solo trabajan si las cosas se hacen a su manera o que no pueden (ni saben) trabajar en equipo con otros.
Es claro que Dios nos está llamando al servicio, pero al tipo de servicio que es desinteresado (sin afán de lucro o posición), en humildad, sin soberbias o deseos de control, en equipo o “cuerpo” (1 Co 12), con alegría, en todo tiempo y sin pretextos. Si comenzamos a servir de esta manera el mundo nos llamará “raros” pero, al cabo del tiempo, verá que es posible y no imaginario vivir de acuerdo a lo que la Palabra enseña, el “mundo según Cristo”.
 Pastor Efraín Reyes