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La Unión Hipostática de Cristo


Como cristianos metodistas creemos que Jesús es plenamente hombre y plenamente Dios. Sin embargo esta es una doctrina bíblica que la iglesia ha defendido por siglos. Este concepto de la unión hipostática, (la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús) es probablemente uno de los conceptos más difíciles de comprender en la teología. Ninguno de nosotros ha visto alguna vez la Deidad a excepción de la revelación que tenemos de Dios en las Escrituras, y ninguno de nosotros jamás ha visto la humanidad perfecta a excepción de como las Escrituras nos revelan a Adán antes de la caída y a nuestro Señor. El tratar de relacionar estos dos conceptos con la persona de Cristo añade complejidades a ideas que de por sí son difíciles de comprender.

El Credo Calcedonio afirmó que las dos “naturalezas” estaban unidas sin mezcla, sin cambio, sin división, y sin separación. Esto significa que el complejo entero de los atributos de la Deidad y los de la humanidad perfecta siempre se mantuvieron en Jesucristo desde Su encarnación. No hay mezcla de atributos divinos y humanos. Ningún cambio en cualquiera de los dos complejos, ninguna división de ellos, ni ninguna separación como para tener dos personas. La ortodoxia afirma que las dos naturalezas constituyen una Persona o hipóstasis para siempre. Es correcto caracterizar a Cristo como una Persona teoantrópica, pero no es preciso hablar de naturalezas teantrópicas (puesto que esto mezclaría los atributos divinos con los humanos).

Definición de la unión de las naturalezas divina y humana en la Persona de Cristo (Declaración del Concilio de Calcedonia, 451 D.C.).

“Por tanto, siguiendo a los santos padres, todos nosotros de un acuerdo enseñamos a los hombres a confesar a uno y al mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, igualmente perfecto en Deidad y también perfecto en humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, de un solo razonable (racional) alma y cuerpo; consustancial  con el Padre de acuerdo a la Deidad, y consustancial con nosotros conforme a la humanidad; igual a nosotros en todo aspecto, excepto el pecado; con respecto a su Deidad, engendrado del Padre antes de la edades, pero con respecto a su humanidad, engendrado, como nosotros los hombres y para nuestra salvación, de María la Virgen, la portadora de Dios; uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación; la distinción de las naturalezas no siendo anulada en ninguna forma por la unión, sino al contrario, las características de cada naturaleza siendo preservadas y estando unidas para formar una persona y subsistencia, no apartadas o separadas en dos personas, sino uno y el mismo Hijo y Unigénito Dios el Verbo, Señor Jesucristo; así como los profetas de tiempos antiguos hablaron de él, y como nuestro Señor Jesucristo mismo nos enseñó, y como el credo de los Padres nos ha enseñado”.

                                                                          Pbro. David Eduardo Almanza Villalobos.