Solamente de esta manera, los amos podrían aprender el evangelio. Lo aprenderían al observar la vida, la conducta y la actitud, de sus esclavos. 1 Ped. 3:1-4, es posible que la mujer cristiana gane al marido incrédulo por su conducta casta, teniendo espíritu afable y apacible, pero la mujer con espíritu amargado, nunca lo convertirá. Tales mujeres deben convertirse para poder convertir a sus maridos.
Se debe enfatizar que la mayoría de la gente no lee la Biblia y no asiste a los servicios de predicación; van a aprender lo que significa ser cristiano solamente por medio de observar las vidas de los cristianos. Por lo tanto, si NO obedecemos estas enseñanzas de Jesús, servimos de tropiezo para los incrédulos.
Servimos a Dios los siete días de la semana. No estamos sirviendo a Dios solamente durante el culto, o cuando visitamos enfermos o estudiamos la palabra de Dios, sino también en el trabajo, se sirve a Dios en todos lados, y los jóvenes sirven a Dios cuando estudian en la escuela. Es necesario servirle de buena voluntad todo el tiempo. ¡Qué grandes y preciosas lecciones para nosotros! Debemos evitar los resentimientos causados por los conflictos en el hogar, en el trabajo, en la escuela, entre vecinos, aun entre hermanos, y siempre ser de buen humor y de buena voluntad. Nadie nos puede quitar esta bendición de Dios. Cada quien puede tener control sobre esto.
La persona que tiene espíritu agrio y vengativo, que tiene carácter “recio” y fuerte, que vive enojado y resentido no es hijo(a) de Dios, porque no es imitador de Dios; Él es “benigno para con los ingratos y malos” (Luc. 6:35), y para ser hijos de Dios, tenemos que ser imitadores de Dios (es lo que la palabra “hijo” significa). Yo — y solamente yo — tengo control sobre mi corazón (mente, voluntad, emociones). Nadie me hace enojar, sino yo solo. Nadie me amarga, sino yo solo. Si vivo enojado, amargado, resentido, yo mismo tengo la culpa. Nadie me puede obligar o forzar a tener espíritu vengativo y amargado.
Verdaderamente esta enseñanza es el camino angosto (7:14); el que acepta esta enseñanza y la practica edifica sobre la roca (7:24). Es otro ejemplo de la justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos (5:20). Recuérdese que Jesús predicaba el arrepentimiento. En el Sermón del Monte él describe el carácter de los ciudadanos del reino de los cielos. El arrepentimiento significa el cambio que tenemos que hacer para poder ser ciudadanos del reino. Quien camina la otra milla descubre el gozo del servicio. Si usted va solo una milla, eso es lo que establecía la ley, pero si va más allá usted descubre que allí es donde se encuentra Jesús. La segunda milla es la milla del placer. En la primera milla usted pasa “rabietas”, mientras que en la segunda usted siente un gozo inmenso. En la primera milla a usted lo obligan, en la segunda usted se gana al hombre que le puso la carga. Es posible que la primera milla sea el de un trabajo pesado, pero en la segunda usted obtiene la victoria. Esta milla cambiará su actitud. ¿Sabe por qué muchos no tienen éxito espiritual? Porque solo caminan la primera milla. Algunas veces creemos que con hacer lo requerido ya eso es suficiente. Hay gente que no hace otra cosa sino lo que se requiere. Al leer este pasaje nos damos cuenta que ningún otro nos habla tan contundentemente acerca de lo que es en esencia la vida cristiana como este. Lo más fácil es pagar “ojo por ojo, diente por diente”. Esa es una reacción muy humana. No somos muy dados a dejarnos ganar un pleito. Lo más fácil es defender los derechos. No solemos ser tan dadivosos. Preferimos recibir que dar. Por otro lado, lo más fácil es amar a quienes nos aman. Amar a los enemigos es un reto para el que necesitamos prepararnos. Pero cuando descubrimos que podemos ir más allá de la milla, entonces, y solo entonces, disfrutaremos de la esencia de la vida cristiana.
David E. Almanza Villalobos