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LA SEGUNDA MILLA


“Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos”. Mateo 5:41.

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Este es uno de los pasajes que menos nos gusta leer y pensar en aplicar en nuestra vida, no digo aplicar, digo: “pensar en aplicar en nuestra vida”. Nos gustan más otros pasajes como “Jehová es mi pastor y nada me faltará”, “Todo lo que pidieras al Padre en mi nombre os será hecho”, “Y serán salvos tú y casa”, etc. Pero no nos gusta ser confrontados por la Palabra.“Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa”.  En Ex. 22:26-27, leemos que no era confiscable la capa (el vestido), porque servía también de cobija, pero para evitar pleitos que le puedan llenar al cristiano de resentimientos y odio, es mejor entregarle al enemigo la capa también. Es mil veces mejor dormir con frío que ser quejumbroso y contencioso, viviendo enojado. Los corajes manchan y destruyen el alma.     Esta enseñanza es importantísima para los discípulos de Cristo en cualquier época. El pensamiento es que no conviene dejar que las injusticias, por feas que sean, nos roben el amor y el buen humor y que nos dejen con un espíritu vengativo y resentido.                         Es indispensable que rehusemos tener espíritu de amargura, o espíritu vengativo, pase lo que pase.  Es mucho mejor perder todo (sean derechos o sean posesiones) en lugar de perder el alma. El alma manchada con odio, resentimientos, y amargura está perdida y puede llevarnos al pecado, y éste, a perder la salvación. No conviene que estemos peleando disgustados, enojados, amargados y resentidos sobre los insultos, las injusticias, las ofensas, ni siquiera sobre las posesiones. Bien sabemos que los del mundo son abusivos. Viven insultando y causando escándalos. No seamos como ellos. Ellos son hijos de tinieblas pero nosotros somos hijos de luz. Si dejamos que tales pruebas nos conviertan en amargados y resentidos (como ellos), entonces nos habrá ganado el mundo porque ya seremos como ellos. El que profesa ser cristiano no debe, bajo ninguna circunstancia, vivir enojado y amargado como los del mundo.                                                                                                           ¿El cristiano no debe vivir preocupado por sus derechos? Como un ciudadano más, puede exigir que todo el mundo le conceda sus derechos. Pero debe pensar en sus deberes y responsabilidades como cristiano. El cristiano no tiene el derecho de aborrecer a los que lo maltratan; por lo contrario, el deber del cristiano es el amor. “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el ama al prójimo, ha cumplido la ley”, Rom. 13:8.                    ”Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con el dos”.                       Palestina era un país ocupado y oprimido por los romanos. Los soldados romanos podían obligar a los judíos a servirles en muchas formas, por ejemplo, proveyendo alimentos y alojamiento para ellos y sus animales, llevando mensajes o cargas, etc. (Compárese Mat. 27:32). Se comportaban muchas veces en manera tiránica. No tenían deseo alguno de congraciarse con los judíos. Por eso había mucho resentimiento contra ellos.                             Jesús enseña a sus discípulos que si los romanos les obligan a ir una milla, que no vayan una milla enojados (con espíritu de resentimiento y odio), sino que vayan dos millas alegres, sonriendo, y de buena voluntad, no porque los ingratos romanos lo merezcan, sino porque estamos sirviendo a Dios a quien amamos y a quien servimos siempre con gozo.

Pbro. David Eduardo Almanza Villalobos