Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


La sana doctrina


“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” Tito 2:1

La palabra empleada para doctrina en este versículo es didaskaliâi, y  hugiainousëi es utilizada para referirse a sana que significa “llena de salud”. Es interesante y relevante entender éste concepto desde su contexto de acuerdo al uso que su propio escritor le da.

Ante las especulaciones sobre a qué se refiere la Biblia por “sana doctrina” nótese que el apóstol Pablo emplea el concepto en la carta dirigida a un joven pastor de Creta para que aprenda sobre la importancia que su predicación y enseñanza sea llena de salud de manera que no tenga objeción al ser recibida. No apela a un conjunto de conocimientos teológicos sino a la praxis de lo que se ha creído, misma instrucción dada a otro de sus discípulos, Timoteo, el joven pastor de Éfeso (2ª Timoteo 3:14). Sí, la sana doctrina (didaskaliâi hugiainousëi) refiere a la conducta cristiana, al testimonio de la fe que profesaba Tito y la iglesia de Creta. Mientras algunos profesaban conocer a DIOS negándolos con sus hechos (Tito 1:16), Pablo le dice a Tito: “más tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina”. El uso de este concepto bíblico debe ser entendido en la asociación de lo que se dice creer con lo que se hace, una vez más, la importancia de priorizar el carácter por encima de cualquier don, talento, o manifestación.

Entender que la sana doctrina es el testimonio de la iglesia, el correcto comportamiento del anciano, la señorita, el joven, de manera que no exista nada que avergüence a quien predica la Palabra del Señor (Tito 2:2 – 8).

Es rechazada la Palabra en una iglesia que no la vive, es ignorada la Escritura en una predicación que no la cumple, es irrelevante un mensaje que no contenga su regeneración apelando solamente al cumulo de conocimiento pero no a su debido testimonio, en tal caso el creyente e iglesia no tienen la sana doctrina.

Destacar que muchas personas usan equivocadamente el término bíblico “sana doctrina” llevándolo a un asunto meramente del intelecto: al entendimiento de lo que realmente la Biblia enseña en contraste a los errores en su interpretación, cuando su campo de aplicación es la práctica diaria congruente de lo que se dice ser con su hacer. Sí, la sana enseñanza es asociada a sus correctas conclusiones sobre la Escritura pero nunca es el entendimiento un asunto intelectual sino práctico, quien no sólo escucha sino quien hace, quien no sólo predica sino también lo cumple (Mateo 5:19 y 20, 7:24 – 29). Las enseñanzas que están de acuerdo con la Escritura son aquellas que guían al creyente a la santidad y sujeción, no sólo a un entendimiento sobre eso sino a su práctica. Entendiendo que no puede abaratarse la Gracia salvífica de DIOS en Cristo viviendo una vida insubordinada a la autoridad (Tito 1:9), abrazando las ideas del mundo para vivir según sus estilos de vida (Tito 2:11 – 12), la sana doctrina es el testimonio contundente de la iglesia que no sólo tiene la Verdad sino es el baluarte de ella (1 a Timoteo 3:15).

Tenemos una responsabilidad en cuanto a hablar lo que está de acuerdo con la sana doctrina, esto es,  comportarnos armoniosamente con la enseñanza bíblica que pregonamos. Los actos, conductas, actitudes, deben ser congruentes con la Palabra que se enseña. No sea el cristianismo el sistema de creencias  de la iglesia, sea Cristo viviendo en el carácter de su iglesia. El carácter ratificará si su didaskaliâi (doctrina, enseñanza) es hugiainousëi (llena de salud) o ha hecho de sus creencias un cúmulo de conocimiento bien detallado y profundizado pero carente de su práctica. Sana doctrina es conducta, la sujeción a la autoridad divina pero también humana, al abandono de lo mundano para vivir la santidad, tal como detalladamente Pablo describe a Tito lo que significa (2: 11 – 15), de manera que cuando se acuse o se señale sea sin razón y en engaño.

Las personas no sólo leen lo que se comparte de la Escritura, no sólo escuchan la enseñanza, ven si existe una congruencia con la doctrina cristiana. ¿Somos una iglesia con sana doctrina? En el testimonio se halla la respuesta.

Pbro. Sergio Jonathan Lozano Luna