Por Guillermo Maldonado.
La resurrección de Cristo ganó nuestra salvación, redención, justificación y resurrección. Del mismo modo que fuimos incluidos en Adán en su caída delante del dominio y en su muerte, así también fuimos incluidos en la resurrección de Jesús y en su vida eterna. La resurrección de Jesucristo solo puede ser revelada mediante el Espíritu Santo, el se hizo evidente y se manifestó a sus discípulos después de resucitado, ellos lo conocían como humano o según «la carne» pero ellos debían conocerlo en el Espíritu en toda su deidad y majestad. Necesitaban conocerlo no como el Cristo terrenal sino como el Cristo eterno que tiene todo poder y autoridad. Es la falta de ésta revelación la que hace que la gente piense en la resurrección como una simple información histórica. La revelación es esencial porque sin ella nuestra fe no puede operar. Todo lo que hacemos sin fe es obra muerta.(Vea Santiago 2:20). Sin importar en qué etapa de nuestra vida o ministerio podamos estar y sin importar el tamaño de nuestro ministerio o el alcance de nuestro servicio en la iglesia, toda obra genuina para Dios debe comenzar con la revelación del Cristo resucitado para el reino aquí y ahora. La resurrección de Jesús es la demostración de su amor y su poder. Dios es amor y el tiene poder, su amor es la fuente de su poder. Cuando Satanás vio a Jesucristo supo que Él era Dios por el amor puro y sacrificial que demostró el cual lo llevó a sanar, salvar, liberar y hacer libre al oprimido. Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra fe y mensaje sería en vano (1ª. Corintios 15:14). La iglesia primitiva testificó y proclamó la resurrección dando demostraciones de su poder. ¿Cuándo fue la última vez que predicó acerca de la resurrección? Predicar de los principios es importante pero la única manera de desatar el poder de Dios es que la gente reciba la revelación de la resurrección aquí y ahora. Si Jesús no hubiera resucitado no sería diferente de cualquier otro profeta, maestro o filósofo. Apocalipsis 19:10 «El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» El fue el primero espiritual y físicamente fue levantado de entre los muertos. El es y vendrá nuevamente a la tierra como vencedor. Las profecías del Antiguo Testamento del ungido o el mesías apuntan a El. Confirman que el es Dios y soberano del reino. Ningún líder eligioso, profeta ni filósofo puede testificar, honestamente, que ha vivido una vida sin pecado, que ha sido levantado de los muertos y que ha sido glorificado por el Padre. Todos continúan muertos: Buda, Confusio, Mahoma, Carlos Marx, Mahatma Gandhi y otros, sus seguidores admiten esta realidad y aún visitan sus tumbas cada año. Pero la tumba donde Jesús fue enterrado está vacía. ¡El Vive! Este hecho pone a Jesús en una categoría única, también lo identifica y lo separa como Dios, la muerte, la tumba y el infierno no lo pudieron detener. Cuando Cristo fue levantado de los muertos confirmó su señorío, estableció su reino como el gobierno legítimo y estableció dominio sobre Satanás. Si no hubiera resucitado, no tendría reino para gobernar, y el reino de Satanás tendría dominio sobre la tierra.
Gloria a Dios que Jesús se levantó de los muertos y venció a Satanás. ¡Quitándole todo poder y autoridad!
Jesucristo Vivo está. ¡Aleluya Vivo está!
Líder del departamento de oración:
Magda Saldaña Chavira