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LA ORACIÓN INTERCESORA


Isaías 59:1,2 “1He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”

INTRODUCCIÓN: Una de las oraciones más sorprendentes del Antiguo Testamento es la de Elías en el monte Carmelo. Recordamos cómo, después que los ado­radores de Baal clamaron a su dios, se cansaron por no tener ninguna respuesta. Entonces oró Elías y Dios contestó mandando fuego del cielo que quemó e l sacrificio, probando que él es el Dios verdadero.

Dios nos invita a hablar con él, a orar. El se agrada en contestar las oraciones de su pueblo. Este pasaje de Isaías nos recuerda que Dios tiene un” brazo poderoso y un oído atento. Pero también nos recuerda que hay obstáculos para la oración: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Esta acusación contra el pueblo de Dios parece dirigida a nosotros hoy. Veamos algunos obstáculos en nuestra vida de oración.

1. EL OBSTÁCULO DEL PECADO. El texto hace mención de pecados e iniquidades, diciendo que muchos miembros del pueblo de Dios han andado en ellos. Si seguimos leyendo el pasaje encontramos que el profeta enumera muchos de los de su tiempo. Manos, dedos, labios y lenguas habían estado envueltos en vidas pecaminosas, aun sus pies y su mente.

Proverbios 6:16-19 “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos”

2. EL OBSTÁCULO DE LA INGRATITUD. Dios liberó a su pueblo una y otra vez, pero ellos lo olvidaban, dejando de sentir gratitud al Señor. Así lo dice Jeremías 2:32. Nosotros mismos hemos sido redimidos por la sangre del Cordero, pero no siempre nuestros actos parecen ser una demostración de gratitud.

3. EL OBSTÁCULO DEL MALTRATO A OTROS. Las malas relaciones dentro del pueblo de Dios perturban la oración. Una batalla entre las tribus del sur de Israel y las del norte costó treinta mil vidas y otra acabó con medio millón de personas. Aunque no tengamos ese tipo de luchas, nuestras faltas de amor pueden hacer que se pierdan nuestros hermanos.

Nuestra actitud hacia los otros suele ser como la de aquel niño que dijo: “Yo perdonaré a mi amigo porque es más grande que yo.” No sentimos com­pasión ni tenemos afecto a otros. Debemos aplicar Isaías 58:10 y dar pan al hambriento y alimentar al alma afligida. Entonces, “en las tinieblas nacerá tu luz”.

4. EL OBSTÁCULO DEL MAL USO DEL TIEMPO. No sabemos usar nuestro tiempo. Moisés pasó una vez cuarenta días en oración en el monte y nosotros decimos que no tenemos ni un rato diario. Pablo estuvo tres años meditando en Arabia después de su conversión y Jesús iba con frecuencia lejos de los demás para hablar con su Padre. Aun más cerca de nosotros, te­nemos un ejemplo como el de Martín Lulero, que decía que no podía dejar de dedicar tres horas diarias a la oración y la meditación de la Biblia.

Tenemos 168 horas por semana y eso lo tenemos todos nosotros. El “diez­mo” de ese tiempo serían casi diecisiete horas por semana para dedicar al Señor. ¡Y a algunos les cuesta darle una hora o dos! Quizá nuestras oraciones no son contestadas porque no hemos dado tiempo a Dios para que nos hable, o no hemos separado tiempo para escucharle.

Pbro. Rodolfo Torres Pérez.

Parte 1 . Continuará…