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LA GRANDEZA DE LA HUMILDAD


Resultado de imagen para humildadIgualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.  1ª. Pedro 5:5

La humildad no es pensar que tú eres menos, sino pensar menos en ti. Ser humilde no es creer que vales poco, sino hacer sentir a todos los demás que valen mucho. Tampoco es sentirte inferior de lo que eres, sino vivir demostrando que siempre puedes ser superior. Ni es negar tus virtudes, sino reconocerlas como provecho para servir.

Humildad no es menospreciarte, sino apreciar con tu valioso servicio a quienes te necesitan. Tampoco es exhibir tus defectos y mantenerlos como parte de tu personalidad, sino saber ocultarlos en la lucha hasta volverlos virtudes. Ser humilde no es la tristeza por haber sido criticado, sino la destreza de callar las críticas con el buen testimonio de una continua transformación. Tampoco es decir que no eres bueno para hacer algo, sino demostrar tus virtudes con hechos, y nunca con tu boca. No es decir que eres menos con el fin de que te consuelen diciéndote lo contrario, sino que las alabanzas que recibas sean espontáneas y nunca de tu propia boca. Es ser fuerte para servir, y no sentirte tan débil como para solo ser servido. No es negarte a ser servido, sino reconocer que necesitas de los demás. No es sentirte incapaz para servir, sino capacitarte para servir con excelencia. No es anunciar que te colocaste al final, sino callar para quedarte al último. Ser humilde no es negarse a recibir, sino valorar con gratitud lo que se nos da. No es sentirse indigno, sino necesitado de Dios y de los demás. La humildad no es la pereza de los mediocres, ni el pretexto de los indolentes; sino la diligencia de los que se esfuerzan por crecer.

Es reconocer que tienes más de lo que mereces y necesitas. Es saber pedir ayuda; es agradecer con creces. Es saber entregar servicio. También es saber perdonar y pedir perdón.

Ser humilde no es ser débil, sino usar todas las fuerzas; y cuando faltan, hacer que estas crezcan. En lo imposible es saber descansar en el poder del Señor. Es que, se haya hecho con tu esfuerzo, o por obra directa de Dios; transferirle a Él toda la gloria, y tu gozar la satisfacción del logro.  La humildad no es la bajeza de los conformistas, sino la grandeza de los del reino de Dios.