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La evaluación bíblica


«que me oye estas palabras, y las hace.» Mateo 7:24

Comúnmente se evalúa por lo que se sabe y no por lo que se hace. El sistema de evaluación conocido es de acuerdo a lo que se sabe otorgando un número que indica la calificación pero no necesariamente el aprendizaje. No implícito es que quien sabe, lo hace.

Para el pensamiento bíblico no basta con saber es indispensable hacer. La evaluación del maestro no otorga un número sino un galardón (Apocalipsis 2:10, 22:12) mismo que se obtiene cuando se ha hecho lo que se ha aprendido. El saber no es trascendente, el hacer es la garantía del aprender. El aprendizaje entonces no se reduce a un conocimiento adquirido sino a su praxis, no es una ortodoxia sino una ortopraxis, la práctica de lo que se sabe. Este es el modelo bíblico para evaluar el aprendizaje: el momento que el maestro observa que el alumno hace lo que le fue enseñado. No es número, es un galardón, no indica una cifra sino la evidencia que su vida ha obtenido los beneficios en lo que ha sido instruido.

¿Cómo seremos evaluados? Definitivamente no por lo que sabemos sino por lo que hacemos. El corazón entendido no acumula nociones de la Biblia es quien guarda los mandamientos para ponerlos por obras. El galardón es reservado para quien ha sido fiel, para el creyente que no es oidor olvidadizo sino hacedor de la Palabra. La medida precisa para evaluar el aprendizaje es quien escucha, y lo hace, tal persona es considerada prudente, inteligente porque su perspectiva personal es reflejada en su comportamiento externo.

No es tener noción de la Escritura, es edificar sobre la Roca. Esta es la única manera para evaluar a quién es insensato o ha tenido un aprovechamiento en aprendizaje.

Pbro. Sergio Jonathan Lozano Luna