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LA EDUCACIÓN BIBLÍCA


Melissa franquea rebosante de alegría la puerta del colegio cristiano Politécnico Johannes Gutenberg, en Asunción Paraguay, para iniciar su octavo grado. Todavía recuerda la primera vez que lo hizo de la mano de su madre, tenía solo tres años y a pesar de su tierna edad ya conocía lo que era la pobreza y las peleas que surgían a causa de problemas de pareja. El primer día que asistió al colegio sintió mucho temor hasta que un grupo de docentes le mostró gran cariño. Desde aquel momento ella y su familia emprendieron un camino diferente. Los padres de Melissa a duras penas sobrevivían vendiendo golosinas en la calle. Cuando solicitaron una beca para Melissa el colegio indagó para conocer la situación real de la familia. Inmediatamente después los padres tuvieron que hacer un curso de alfabetización, ya que no habían completado sus estudios primarios. Al concluir éstos, su padre recibió capacitación en soldadura de metales y fue ayudado a conseguir un empleo para sostener a su familia. Melissa creció y fue atendida por profesores cristianos y su familia fue poco a poco transformada. Comenzó a asistir a una célula y allí tuvo lugar el gran milagro: se convirtieron todos a Cristo, se bautizaron y sus padres se casaron. Melissa es ahora una jovencita sociable y segura de si misma y disfruta en el recreo. Vive confiada porque sabe que por fin, su familia ha roto el círculo de la pobreza. Pronto tendrá que elegir entre la formación técnica que le ofrece el colegio y la preparación que le de acceso a la universidad, pero, sobretodo podrá ser una mujer de Dios e integrarse un día en la sociedad. Ella es consciente de que su Padre Celestial se valió de padrinos cristianos alemanes y de docentes y profesionales paraguayos para rescatar a su familia, ayudarla y educarla. La raíz de la crisis  educativa no se puede extirpar a fuerza de leyes. El problema subyacente en un sistema escolar que está fracasando es el mismo que afecta  a nuestros hogares. Es un problema de decadencia ética, declive moral y pérdida de visión espiritual. Una reforma educativa efectiva y duradera exige una reforma ética, moral y espiritual, que acarree un cambio y una transformación del proceso educativo. En vista de la grave necesidad presente, los educadores siguen buscando modelos educativos válidos. Aunque la Biblia no hace referencia directa a escuelas y centros educativos, tiene cosas muy importantes que decir acerca del aprendizaje,  el conocimiento, los alumnos y los maestros.

En Atenas tierra de los filósofos y artistas librepensadores, la educación del individuo era prioritaria. Mientras que la educación espartana estaba completamente regulada por el estado con el objeto de capacitar a sus ciudadanos para servir al país, la educación ateniense era casi individualista. Las escuelas estaban organizadas por la empresa privada, no teniendo ninguna dificultad en cuanto a la materia a enseñar, aunque muchas escuelas preferían enseñar literatura, música y gimnasia. Para el hebreo antiguo la educación tenía un propósito muy distinto. Entre los judíos –escribe Barclay- la educación tenía por objeto instruir al individuo para servir a Dios. Pero tanto Esparta como Atenas o Jerusalén, las tres tienen algo en común: las convicciones, los valores y las metas más importantes que abraza un grupo de personas se convierten en fuerza motriz que mueve la educación de una nueva generación. El espíritu auténtico de un método educativo brota de una filosofía de la vida.

Un modelo de educación basado en la Biblia debe aplicar la sabiduría a cada rama de la enseñanza. Daniel el hebreo que sirvió a cuatro reyes babilónicos demostró inteligencia «en toda sabiduría él y sus compañeros fueron sabios en ciencia y de buen entendimiento» Daniel 1:4. Los cristianos actuales deben interesarse en equipar a la próxima generación para que preste un servicio excelente como el que prestó Daniel en el mundo en que vivimos. Para que los seguidores de Cristo ocupen posiciones influyentes en nuestra cultura, además de la Palabra de Dios deben conocer también las distintas materias. Por ejemplo, para volver a causar algún efecto en el gobierno civil, deben hacerlo con hombres y mujeres preparados e instruidos, que entiendan la lengua y la literatura del proceso político, el sistema económico, la historia, los asuntos internacionales y las relaciones públicas. Y para que nuestro ordenamiento legal recupere normas piadosas, tenemos que tener jueces y legisladores que no solo entiendan la lengua y la literatura del sistema legal vigente, sino que además sean capaces de hablar con una sabiduría diez veces mayor que todos los magos y astrólogos de nuestros tribunales actuales.

Si ha habido una vez un tiempo en el que los seguidores de Cristo deben salir de sus trincheras es éste. El propósito de la educación debe estar dirigido a equipar a la persona integral para implantar la justicia, la paz y el gozo del reino de Dios en nuestras vidas y en todas las esferas de la realidad que nuestras manos y mentes cultiven, ya se trate de la industria aeroespacial o de una fábrica de patatas fritas, el mundo del arte o la Presidencia de la Nación. Los cristianos especialmente, deberían cultivar una creatividad vibrante, porque conocen y aman al Dueño en persona. Por lo que respecta a la educación, las generaciones actuales harían bien recordar su propósito. Si la legítima jurisdicción de Dios cubre todas las facetas de la ley, la política, la empresa, la ciencia las artes, el trabajo y la familia , la función de la educación es bastante obvia. Hoy más que nunca, tenemos necesidad de pastores y maestros bíblicos  piadosos, pero también de abogados, políticos, diplomáticos, jueces, médicos, economistas, educadores, artistas, carpinteros, mecánicos y vendedores de automóviles usados que entiendan que sus empleos son modalidades honorables de representar los caminos de Dios en la vida cotidiana.

Redactado por Viviane  Velie y Antonio Pérez de CB