François Voltaire (1694-1778) el gran filósofo de la Revolución Francesa y uno de los principales pensadores de la Ilustración, quien escribió muchos artículos tratando de ridiculizar la Biblia dijo en una ocasión: cien años a partir de esta fecha, ya no existirá la Biblia.
Cien años después de esa declaración, la Sociedad Bíblica Francesa, se mudó a la casa donde había vivido Voltaire e inclusive, en su imprenta que usó para su propaganda, se imprimieron miles de Biblias.
Y es que la Biblia es Palabra de Dios. A través de ella, podemos conocer una pequeña parte del corazón de Dios. También en ella encontramos el propósito para nuestras vidas. Es tan rica que es el libro que más se ha reproducido y el que más se vende año con año.
Usted puede leer todos los libros de superación personal que encuentre, pero ninguno de ellos, jamás hará lo que la Biblia hace, pues ella dice de sí misma que es “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Hebreos 4:12.
La Biblia puede hacer sabio al sencillo, es más pura que el oro, más dulce que la miel, es martillo que quebranta, es lámpara que alumbra, es lumbrera en el camino, espejo que refleja, agua que sacia, fuego que consume, pan que alimenta, es verdad que te liberta, es bálsamo que sana, es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y la cartilla del cristiano. En la Biblia encontramos: El pensamiento de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes.
Sus doctrinas son santas, sus preceptos son justos, sus relatos son verdaderos y sus decisiones son inmutables.
Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo.
En ella el paraíso se restaura, el cielo se abre y las puertas del infierno se ponen al descubierto.
CRISTO es su gran tema, nuestro bien su designio y la gloria de Dios su fin.
Léala lenta, frecuentemente y en oración; es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Involucra la obra más grande y condena a los que toman en poco su santo contenido.
John Clifford (1836-1923), un ministro bautista y reformador social, escribió:
Anoche pasé al lado de la puerta de un herrero,
Y oí el toque del yunque al carillón vespertino;
Entonces mirando, vi sobre el piso,
Martillos viejos, desgastados con los golpes de los años del tiempo.
Yo dije, “¿Cuántos yunques has tenido
Para desgastar y estropear así todos estos martillos?”.
“Solo uno”, él dijo, y luego con ojos centellantes;
“El yunque desgasta a los martillos, vos sabéis”.
Y así, pensé yo, el yunque de la palabra de Dios,
Por años los golpes del escéptico han golpeado sobre ella;
Aunque el ruido de los golpes cayendo fue oído
El yunque está indemne…los martillos se han ido.
Los gobiernos vienen y van. Las naciones se levantan y caen. La gente vive y muere. Jesús advirtió que “los cielos y la tierra pasarán” (Mateo 24:35), pero entonces continuó para denotar que Sus “palabras no pasarían”. Isaías escribió: “Sécase la hierba, marchítase la flor, más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (40:8).
David Eduardo Almanza Villalobos