Si algo le molestó al Señor acerca de Israel es el que hubieran convertido algo sagrado en actos hipócritas, observemos Isaías 1:11-20: ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
Quizá por esto mismo el Señor entró a Jerusalén pero no hizo nada ni enseñó nada, seguramente conocía el corazón de quienes les estaban rindiendo homenaje y seguro que muchos no tenían al Señor en mente.
En la actualidad ya no ofrecemos animales pero sí dinero y tiempo, ya no celebramos las fiestas anuales pero sí Navidad y Semana Santa, ya no ofrecemos incienso pero sí oramos. Para que el Señor se agrade de lo que hacemos estos días debemos tener el corazón correcto, de modo que nuestro dinero, tiempo, fiestas, oración y todo lo que hacemos sea una ofrenda de olor grato delante del Rey, de modo que esta Semana Santa la celebremos como un verdadero homenaje al Señor y sea de su completo agrado; no hagamos las cosas por costumbre sino con un corazón contrito, verdadero y al mismo tiempo con el gozo que debe caracterizar a los que hemos sido salvados por la Cruz del Maestro.
Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla
Pastor de Jóvenes