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HABLEMOS DE JESÚS


Algunos creen en un dios con el que nunca han hablado (y posiblemente nunca lo hagan), otros creen que su dios les pide que maten a otras personas para ganarse un lugar en el cielo, hay quienes creen que dios es una piedra o un árbol, incluso nosotros somos dios, para otros dios es una figura femenina con varios brazos a quien le gusta la muerte, e inclusive algunos piensan que la misma muerte es dios. En el otro extremo tenemos a aquellos para quienes Dios no existe sino que es resultado de la imaginación y las mentiras de un grupo manipulador, para muchos se trata de superstición y no se meten en cuestiones de fe, pero otros dedican buena parte de su tiempo en tratar de explicar a quienes creemos las 100 razones por las cuales estamos equivocados en creer en un ser superior y en la Biblia (no se dan cuenta que su error está precisamente en tratar de razonar al respecto).

Pero entonces ¿qué nos hace diferentes o porqué creemos que nosotros sí tenemos razón y otros no? La respuesta está como siempre en Jesús, en su persona, su enseñanza y su vida: Él fue profetizado mucho antes de su llegada y notablemente cumplió todas las profecías acerca de él tanto en su modo y lugar de nacimiento (algo difícil de forzar), como en su vida y ministerio. A diferencia de otros dioses, el nuestro es un Dios personal a quien se puede acceder, alguien que no esta enojado todo el tiempo ni nos pide inmolarnos para tener su favor. Nos dio mandamientos que tienen que ver en su mayoría con el orden social y el beneficio de los demás antes que el beneficio propio. Nos dotó de una colección de libros que nos enseñan su carácter a lo largo de la existencia de la humanidad, y por ello su voluntad y persona no son ocultos ni confusos sino accesibles a quien quiera descubrirlos. Nuestro Dios no hace menos a las mujeres o a los que son diferentes y, aunque los primeros siervos de Dios no tenían esto bien en claro, Cristo nos dio gran claridad al respecto mostrando su aceptación hacia ellos. Jesús enseñó que el camino hacia el liderazgo es el servicio y con su propia vida y muerte respaldó sus palabras. Para quienes creemos en Jesús, la muerte no es un dios ni una amiga, sino el fin de un periodo y el inicio de otro, algo hermoso ante el Señor cuando se trata de los que quieren ser suyos, algo que no buscamos porque tenemos una misión que realizar, pero que si llega lo consideramos como ganancia porque vamos seguros a otro sitio aún mejor. Las piedras y los árboles para nosotros no son ni sagrados ni irremplazables sino parte de aquello que Dios hizo para darnos un hogar, que está a nuestro servicio (sin abuso indiscriminado), a quien debemos sojuzgar y por lo tanto no está antes que el hombre ni es más importante que él, por lo que lógicamente tampoco es Dios, pero sí refleja su poder y amor por nosotros. Para nosotros Dios existe no porque alguien lo diga sino porque está presente en nuestras vidas todo el tiempo, habla con nosotros, hace excepciones al orden natural para beneficiarnos y recordarnos su identidad (llamamos a esto milagros), y ha cambiado nuestras vidas no por la fuerza, sino con paciencia y amor. Lo mejor de todo es que a diferencia de cualquier otro dios, el nuestro SÍ resucitó (dejó testigos y pruebas) y es el único que vive después de haber muerto… Después de leer esto ¿no se te antoja más nuestro Dios?

Pbro. Efraín Reyes Bonilla