Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


FRUCTÍFERO O INFRUCTUOSO (Juan 15:1-2)


Después de creer en Cristo y recibir su perdón, recibimos la vida eterna y el poder para permanecer en Él. Jesucristo usó una alegoría en la que se describe a sí mismo como: “La vid verdadera” o planta que produce uvas, y a los discípulos como “los pámpanos” es decir, las ramas de la vid. A través de esta ilustración Jesús nos enseñaba la importancia de la unidad entre la vid y los pámpanos para así poder dar fruto. Dios es descrito también como el viñador que cuida de los pámpanos, a fin de que puedan producir fruto. Dios espera que todos los creyentes demos fruto.

Juan 15 ilustra la gran responsabilidad que como creyentes debemos cuidar: permanecer unidos a Él. De ésta manera se desarrolla una vida fructífera. Estudiemos algunos principios para permanecer en unidad con  Jesús:

  1. Aprender la palabra de Dios de memoria, tenerla en el pensamiento durante el día y hacerla nuestra guía en cada decisión y acción (Jn. 15:7)
  2. Tener un relación cercana de comunión con Dios, a través de la oración constante,  para obtener así su fortaleza (Jn. 15:7)
  3. Obedecer sus mandamientos, permanecer en su amor (Jn. 15:10)
  4. Mantener limpia nuestra vida, a través de la palabra, resistir todo pecado y someternos a la dirección del Espíritu Santo (Jn. 15:3)

Que maravilloso es tener la promesa de nuestro maestro, de que si permanecemos en Él, “Llevaremos mucho fruto” (Juan 15:5)

El otro mensaje que se nos enseña en este pasaje, tiene que ver con los que un día creyeron en Jesús, pero por circunstancias diversas: se apartaron de Él y aún dejaron de creer. El maestro dio a sus discípulos una amorosa advertencia, declarándoles que si es posible que los que alguna vez fueron verdaderos creyentes: le den la espalda a Cristo, dejen de permanecer en Él y por lo tanto sean echados en el fuego eterno (Jn. 15:6) Consideremos las siguientes verdades bíblicas:

  1. La relación salvadora de Cristo y el Creyente. Es decir ésta relación no se basa simplemente en una decisión pasada o una experiencia, sino que es una relación activa, de día a día,  viviendo Cristo en nuestro corazón e impartiéndonos su vida divina.( “Cuando Cristo nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros seréis manifestados con Él en gloria Col 3:4)
  2. Otra verdad importante radica en la consecuencia de dejar de permanecer en Cristo, lo cual produce falta de fruto (Jn. 15:4-5) La vida del creyente deja de crecer y se convierte en una persona que sabe de Dios pero vive separado de Él. Deja de madurar y su carácter está inclinado al fruto de la carne (Gal. 5:19-21) más que el fruto del Espíritu Santo (Gal: 4:22-23)

Les invito a que cada día de nuestra vida, fortalezcamos nuestra fe en el Señor Jesús, a través de la obediencia de la palabra de Dios y la búsqueda del poder del Espíritu Santo por medio de la oración. Pedir al Padre, que como nuestro viñador, nos de poder para vencer sobre todo lo que nos separa de Jesús, poder para ser fructíferos.

 

Pbro. Raúl Rosas Gónzalez