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FE Y OBRAS


Altísimo Dios y rey nuestro, ¿cómo podemos presentarnos ante ti?… ¡ni siquiera esperas como ofrenda al mayor de nuestros hijos en pago por nuestros pecados! Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios. Estas palabras fueron profetizadas en el año 742 antes de la venida del Señor Jesús, y fueron repetidas 770 años después por Juan el bautista quien enseñó a los israelitas de su tiempo a volverse a Dios y a mostrar su arrepentimiento con sus actos, siendo además justos con sus semejantes. Aún Moisés recibió y enseñó una ley que aunque consta de diez mandamientos básicos, pueden reducirse a dos: Los cuatro primeros hablan acerca de nuestro amor y adoración dedicados sólo a Jehová y los cuatro siguientes dedicados al cuidado de la relación con nuestros semejantes. Todos, quizá sin saberlo muestran un resumen de la enseñanza de Jesús: El primer mandamiento, y el más importante, es el que dice así: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas y con todo lo que eres.” Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ése, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.” Toda la enseñanza de la Biblia (la ley y los profetas) se basa en estos dos mandamientos.

El hecho de que sean un resumen no quiere decir que si los aprendemos es suficiente, de hecho a los israelitas en tiempo de Moisés se les explicó con detalles cómo hacerlo y no lograron obedecer ni agradar a Dios. El resumen se nos da para que entendamos dónde está el corazón de Dios y qué debemos hacer. El espíritu es el mismo en toda la Biblia, seamos hacedores, personas que actúan, no personas que solo dicen u oran pero sin hacer. Dios no quiere solamente que lo amemos a Él sino que amemos a la humanidad (a quienes están en nuestro entorno). Ya no es tiempo de escondernos o amedrentarnos, sino de mostrar nuestra fe por medio de nuestras obras y que el mundo escuche (aunque no lo quiera) el mensaje de la cruz, el mensaje del amor, el único mensaje de salvación, y que lo vea hecho realidad en nuestras propias vidas. (Miqueas 6:6-8 TLA, Mateo 3:4-12, Lucas 3:1-18, Mateo 22: 37:38 TLA, Santiago 1:19-27, 2:14-26)

Pbro. Efraín A. Reyes Bonilla