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En Cristo… ¡Vive ligero!


“Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia” Hebreos 12:1.

Hay un slogan publicitario de cierta agua embotellada que me inspira aplicarlo en la vida cristiana: “Vive ligero”. No considero sea una recomendación sino la única manera de vida en Cristo. No puede un discípulo de Jesucristo vivir de otra manera que no sea ligero. La Escritura persuade a despojarse de todo peso y del pecado para correr con paciencia la carreara que se tiene por delante; es decir, ligero.

La vida en Cristo es comparada a una carrera, pero no una de 100 metros planos, es una de 5,000 metros, no asociándose a la rapidez sino a la resistencia. Trata de vivir ligero, de correr en el despojo de peso que resta resistencia al andar y hace tedioso el avanzar, y a la renuncia del pecado para no ser eliminado. Correr ligero es el propósito de DIOS para una carrera que obtenga la meta. No se puede estar en Cristo y llevar tanto peso que termine por no resistirse y abandonar la carrera, entonces, correr ligero resulta no una opción sino la esencia de la vida cristiana.

Metafóricamente ve tu corazón como una mochila que portas en tu carrera; ahora ábrela y observa qué tanto llevas cargado y comienza a despojarte del peso que te resta resistencia. Generalmente, en un viaje que se emprende se lleva en la maleta tantos objetos que realmente no es necesario su uso e incluso que termina por no requerirse.

Es así el peso que se carga en el corazón, tantos recuerdos, conductas, actitudes, pensamientos, vicios, que deben ser despojados para correr ligero y satisfactoriamente llegar a la meta.

No se viene a Cristo para vivir pesado: cargado de dolor, amargura, pecado empedernido, angustiado, con miedos e inseguridades… se viene a vivir ligero.

 Comúnmente al estar en Cristo no se despoja del corazón el afán, pecado empedernido, y rencor. No se puede vivir ligero trayendo el afán como consejero, al pecado como aliado, y al rencor como herida. Se escucha a la ansiedad y se ignora a la fe.

Quien tal hace toma malas decisiones precipitándose por la presión del momento renunciando a la perseverancia de la fe y a la paciencia,  no obteniendo de DIOS su respuesta sino la salida falsa de la desesperación (He. 12:16).

El pecado no puede ser aliado, no se debe hacer equipo con él. El pecado empedernido no es otra cosa que la costumbre de pecar (He. 10:29). Evidentemente somos pecadores y cada día pecamos, pero cuando se hace premeditamente, teniendo la conciencia cauterizada, y de manera habitual, es una acción empedernida, aun y sabiendo que se está equivocado se continua practicándolo (1ª Juan 3:8 y 9).

Se debe estar consciente que en la carrera habrá fricciones y daños emocionales; sin embargo, no deben ser heridas de rencor sino cicatrices que evidencien restauración. Se lleva cargado por años la herida del rencor  impidiendo se viva con gozo y paz, luego provoca una raíz de amargura (He. 12:15) arraigándose en actitudes y conductas tediosas y desdichadas.

El daño debe ser sanado para que cicatrizando se viva ligero.

¿Vives ligero? De eso trata estar en Cristo… ¿Qué peso llevas en ti que hace de tu vida cristiana una carrera tediosa y cansada?

Despójate de todo peso, y corre con paciencia la carrera que tienes por delate… ¡Vive ligero!

Pbro. Sergio Jonathan Lozano Luna