Los hechos de Jesús tienen un toque especial, que marcó a quienes necesitaban de un cambio radical en sus vidas. Personas enfermas, desesperadas, leprosos, muertos, endemoniados, en el momento más crítico de sus vidas coincidieron con Jesús, no por casualidad, sino un instante donde Dios preparó un punto de encuentro con el Salvador, y quiero expresarlo de ésta manera, el punto donde el alma llegó al límite de toda posibilidad de bendición. Justo ahí llegaba el Mesías, para precisamente ser El y solo sus medios el que hicieran de aquel imperfecto un milagro perfecto. Ahí hizo brillar su gloria y el Shadai, Dios que es más que suficiente, hizo derretir la imposibilidad humana ante su gracia y favor. Y se escribieron justo esos milagros para aprender de ellos. Veamos algunos ejemplos.
Convirtió el agua en vino, Juan 2:1-11. Jesús le contestó a su madre: «¿Qué tienes conmigo mujer? Aún no ha venido mi hora», significa su hora de obrar, de manifestarse, convertir el agua interna en vino de Dios, su Espíritu Santo dentro de nosotros y convertirnos en odres nuevos.
Cuando sanó a los diez leprosos, me impacta que no los tocó, sino que respondió al grito de misericordia que ellos le hicieron, separados de la multitud por su enfermedad, encontraron la sanidad y uno, el que era extranjero no judío, fue el que regresó agradecido a adorarle. Lucas 17:11-19.
Cuando sanó al siervo del centurión, también quitó el grave tormento que tenía en su lecho. Un médico nos da la indicación para ser sanos en el cuerpo, hasta ahí es su límite, pero solo Jesús llega al alma para renovarla y habitarla. Mateo 8:5 al 13. ¡El tormento se va! No más servidumbre de alma.
En la sanidad de un paralítico, bajado por el hueco del techo de una casa, maravilló a los escribas y fariseos al demostrar que sus palabras tienen autoridad. Ahí Jesús les enseñó el perdón dado por Dios, y a nosotros nos enseña el poder de una amistad entre amigos. Lucas 5:17-26
Marcos 7:31-37 nos cuenta que liberó a un sordo y tartamudo. Le rogaron que le pusiera las manos encima. ¡Pero a Jesús se le ocurrió meterle los dedos a sus orejas! ¿Tendría algo atorado? Luego escupió (no al sordo) y tocó su lengua. Bendito Jesús que palpó donde era necesario formar un canal, que permitiera escurrir hacia adentro la sanidad al decir: Efata que significa: Sé abierto». Al momento se abrieron sus oídos y una ligadura se rompió, comenzó a hablar bien. El rompe las ligaduras.
En otra historia, una mujer llevaba 18 años cargando un espíritu de enfermedad, su horizonte solo era el piso, fue liberada justo en un día de reposo y eso para callar la religiosidad y darles una lección de piedad a los que creían ser mejores exponentes de la Ley. Luc. 13:10-17.
En las matemáticas también hizo milagros. Ahora vea ¿Cuánto gasta usted en una comida hecha en casa, para su familia? Esa cantidad multiplíquela para saciar a 5000 personas. En la multiplicación de los panes y los peces solo requirió de 7 piezas para hacer de ese número perfecto, toda una abundancia, donde aún sobró comida, como señal de lo que se obtiene al estar escuchando sus palabras. Marcos 6:30-44.
Y muchos milagros más, el mayor de todos, haber muerto en la cruz y resucitar al tercer día, estar en el cielo intercediendo por nosotros, haciéndonos ver que nunca llegará tarde y aunque estemos al borde de nuestras fuerzas, justo ahí, un milagro está por darse a la luz. Te adoramos amado Dios.
Dios les bendiga ricamente con su amor.
Magda Saldaña de Lozano