Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


El reloj del Señor


“Aconteció que al cumplirse el tiempo” 1º Samuel 1:20

Orar implica tiempo para hacerlo y la paciencia para esperarlo.

La actualidad exige tener resultados a la brevedad. La premura del tiempo es cada vez más un factor relevante en la sociedad que altera ahogando en la ansiedad a cada individuo. Se tiene comida rápida, mensajería exprés, comida instantánea, fotos instantáneas; en fin, se ha mentalizado para obtener rápido y al instante lo solicitado. Orar posiblemente no sea rápida su respuesta según tu noción de tiempo pero siempre será segura y la mejor. No es ver la vida contra reloj aseverando ha pasado ya demasiado tiempo sin llegar lo anhelado, es esperar con paciencia a la bondad y misericordia del Señor.

Ana, oraba por un hijo, su reloj había marcado la hora de tenerlo y aún no sucedía (1º Samuel 1:6). ¿Qué hizo? Oro largamente (1º Samuel 1:12). Orar implica tiempo para hacerlo, en contra de emociones y sentimientos de tristeza y amargura (1º Samuel 1:10) pero no desmayando sino persistiendo, no dudando sino creyendo, no estresando sino descansando. La oración tiene su propio reloj no basado en las horas que marca el tuyo sino el tiempo bueno y perfecto del Señor. Es un reloj de arena donde requiere la caída del último grano para dar la hora perfecta de su respuesta. Bien puede ser que a la brevedad recibas respuesta de DIOS pero otros momentos donde largamente ores en un tiempo indefinido pero nunca perdido. Tu reloj debe dejar de marcar tus horas. Las promesas del Señor a tu vida son basadas en su reloj de arena, hasta que el último grano caiga es en el cumplimiento de su promesa. En tanto, sigue orando que cada ocasión que lo haces un grano de arena va marcando tu respuesta.

Pbro. Sergio Jonathan Lozano L.