Pero ninguno de ellos pudo vencerlo, porque él hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. Hechos 6:10.
Esteban, según los registros de la Biblia, no es mencionado en los evangelios, al parecer entonces, no era del grupo de los doce apóstoles; sin embargo sobresalió en el Nuevo Testamento más que muchos de estos doce. Era un diácono cuyas cualidades eran: buen testimonio, lleno del Espíritu Santo, de fe y de sabiduría. Es mencionado como el primero de los siete, quizá el más sobresaliente; elegido para solucionar un problema suscitado entre la creciente iglesia judía próxima del día de pentecostés.
Este santo hombre de Dios, hacía grandes señales y prodigios entre el pueblo, lo que sugiere el texto, que por eso, mucha gente, incluyendo de los sacerdotes, se convertían al Señor; lo que causó la curiosidad y celo a muchos judíos, estudiosos de la Ley y la tradiciones del linaje de Abraham, quienes polemizaron con este hombre menor en rango que los apóstoles, pero ninguno de los grupos de tantas comunidades judías en los países mas importantes y cercanos de Israel pudieron vencerle, porque Esteban estaba lleno y hablaba con la sabiduría de Dios, inspirado por el Espíritu Santo. Esto los llevó a tramar con dolo y ventaja contra él, incurriendo a la difamación, al conseguir testigos falsos que le acusaran injustamente, llevándolo contra su voluntad ante la máxima autoridad en relación a la verdad de su “santa religión”: el sanedrín (Corte Suprema de la ley judía, con la misión de administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, tanto oral como escrita. De acuerdo con una antigua tradición tenía setenta y un miembros, herederos, según se suponía, de las tareas desempeñadas por los setenta ancianos que ayudaban a Moisés en la administración de justicia).
Es ahí donde se le permite defenderse, y donde el echa mano del profundo conocimiento y gran dominio de las Sagradas Escrituras: La ley, los Salmos, los Escritos y los Profetas; resumiendo el origen y la fe de los judíos, y plasmando la hermenéutica y homilética de los primeros predicadores cristianos. En su defensa, Esteban, es relacionado con Moisés, porque cuando lo ven, ven su rostro como el de un ángel; por su lado Moisés, cuando bajaba del monte, los israelitas miraban que el rostro de Moisés resplandecía. Lo que les acarrea mayor culpa en el juicio.
Empieza su sermón citando y exaltando al Dios de la gloria, aparecido a Abraham desde que vivía en Mesopotamia, sigue con Isaac, Jacob, José, Moisés, otros y David; terminando con Jesús, a quien afirma estar viendo; por lo que lo sacaron de la ciudad y siendo apedreado, siguió e imitó a su Maestro y Señor Jesús, perdonando a sus verdugos y matadores, antes de entregar su espíritu al Señor.
La vida de Esteban, nos enseña, que no necesitamos tener un gran título, para hacer grandes cosas por y para el Señor. Solo necesitamos tener un título de servicio, buen testimonio, estar llenos del Espíritu Santo, fe y sabiduría, para hablar con poder las palabras inspiradas por el Espíritu Santo, hacer en su Nombre, grandes señales y prodigios, haciendo que mucha gente obedezca a la fe, incluyendo gente importante y preparada. Predicar con poder el Evangelio de Jesús, venciendo a toda persona que se oponga, con la sabiduría que nos da el Espíritu Santo.
Pbro. Lorenzo Reséndiz Arvizu