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EL MILAGRO DEL AMOR


Lo más grande a los ojos del hombre: los milagros de Dios. Lo más grande a los ojos del Señor: Su amor viviendo en el hombre

Jn 14.12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.

Después de hacer las portentosas obras que el Señor hizo, múltiples milagros y señales, dijo que nosotros también las haríamos. Pero no solo estas obras, sino aún mayores. ¿A caso hay obras mayores que las hechas por Él? Un enfermo que sana por un milagro, además de lo espectacular, nos libra de darle cuidado, gastos y dedicación. Una persona cuyo corazón se vuelve de inmediato al Señor, nos ahorra tiempo de oración por él y trabajar en amor para convertirlo al Señor. Alguien que está en la miseria, el milagro de una restauración inmediata nos alivia la responsabilidad de darle lo que necesita. Todos los milagros son grandezas a los ojos del hombre, pero son pequeñeces a la estima de Dios. Pero si no hay sanidad, hay que atenderlo, visitarlo, curarlo, y orar continuamente por él. Si no hay una pronta conversión, hay que dedicarle testimonio, oración y quizá hasta ayuno o soportar hasta sus ataques. Si no hay una provisión para cubrir una necesidad en forma milagrosa, hay que desprendernos de lo nuestro y dar de lo que está a nuestro alcance para la restitución del miserable. Todas las muestras de amor le cuestan mucho al hombre, pero son grandezas a la estima de Dios, y aún más sublimes que los milagros que el Señor en este mundo hizo. Jesús sanó enfermos, resucitó muertos, dio vista a los ciegos; y por su ministerio no tenía tiempo de hacer aquellas cosas, que, a los ojos del Padre, son aún más grandes que estas: cuidar enfermos, consolar a la familia de los muertos, y acompañar a los ciegos. Dar y servir, entregarse por el que nos necesita; esto es para el Señor, lo más grande que un hombre puede hacer.
Por lo que las necesidades que no son respondidas con un milagro, mostrémosle cosas mayores a las que el Señor hizo en la tierra, con el milagro que asombra a sus ojos, el milagro del amor.

                                                            Jorge Figueroa del Valle