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“El Hábito de la Oración”


“… qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8:26

Juan Knox el reformador escocés, tenía una pasión por las almas de sus compatriotas, que lo consumía. En sus oraciones clamaba: “¡Señor, dame Escocia o me muero!” Sus intensas y sinceras oraciones fueron recompensadas con un avivamiento espiritual en su patria. Esto es lo que se llama “orar en el Espíritu”. Es la manifestación de una profunda preocupación espiritual por los demás, y ella se origina en el Espíritu de Dios. Esta clase de oración puede saltar los océanos, recorrer velozmente los desiertos ardientes y las montañas, atravesar las junglas, y llevar el poder del evangelio que ayuda y sana, al objeto de la plegaria.

Que “el Espíritu mismo intercede”, indica que es Dios quién suplica, ora y llora a través de nosotros. Así llegamos a ser colaboradores de Dios, verdaderos socios suyos. Nuestras vidas resultan elevadas del plano tan bajo del egoísmo, al plano de la creatividad con Dios. Juan Knox oró, y la iglesia de Escocia recibió nueva vida.

¿Quieres saber como profundizar tu vida de oración? Ora. No te prepares para orar. Simplemente ora. No asistas a discursos acerca de la oración ni participes de charlas o platicas referidas a la oración. Simplemente ora. La postura, el tono y el sitio son asuntos personales. Elige la forma que te dé resultado. Pero no pienses demasiado. Que no te preocupe tanto la envoltura del regalo que nunca llegues a obsequiarlo. Es mejor orar con torpeza que nunca hacerlo. Y si sientes que sólo debes orar cuando estés inspirado, está bien. Solo asegúrate de hacerlo todos los días. ¡Ora!

Ora primero por ti, ora por tu familia, ora por tus amigos, ora por la iglesia donde te congregas; ora por los perseguidos, angustiados, necesitados… “ora sin cesar” “ora en todo tiempo”. En la oración te encontrarás con tu creador, en la oración encontraras descanso, en la oración se atenuará tu aflicción y dolor. ¡Ora, Ora, Ora! ¡Ora a Dios!

Pbro. Rodolfo Torres Pérez