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“EL EVANGELIO QUE NO AVERGÜENZA”


Para muchos de nosotros, la palabra evangelio tiene un sonido conocido, agradable y familiar. Creemos el evangelio, lo predicamos, lo escuchamos y lo cantamos. Aun así, muchos de nosotros hemos oído “demasiado” el evangelio. Es decir, hemos oído el término mismo “evangelio” tantas veces que se ha convertido en un término vago, hueco, repetitivo  sin contenido definido. El evangelio nos coloca bajo obligación cuando comprendemos el poder de Dios que revela.    Aún antes de la definición del evangelio, antes de decirnos lo que es, Pedro nos habla del valor del evangelio después de su conversión y llenura con el Espíritu Santo. Pablo nos habla del deber, la deuda y la obligación de quienes lo conocen. Conocer el evangelio es tener, por ese hecho, un deber ineludible. Ese deber es personal porque Jesucristo deposita el deber en nosotros: El deber es de información porque debe ser compartida por su propia naturaleza. (Si se, que un edificio está en llamas, tengo responsabilidad de informar.) Ese deber es vocacional para quienes son llamados al ministerio, es un fuego interno en lo más profundo del espíritu, es decir, no sólo es ineludible, sino también inclusivo. Yo no tengo el derecho de calificar a las personas con quienes comparto el evangelio. “Tanto a griegos como a bárbaros” quiere decir aquellos que pertenecen a la cultura dominante y aquellos que no las tienen. No debemos excluir a nadie en nuestra proclamación del evangelio, nuestro mensaje es de Buenas Nuevas y finalmente quién convence es el Espíritu Santo.  La obligación requiere que venzamos a la vergüenza, la apatía, la indiferencia,etc.: Por la misma naturaleza del evangelio los cristianos estarán constantemente tentados a sentir vergüenza respecto al evangelio-¿qué dirán de mí, que pensarán si les hablo a otras personas de Cristo, se sorprenderán los demás si se enteran que soy evangélico?- Pablo reconoció esto como algo inevitable. Jesús mismo advirtió contra la vergüenza respecto al evangelio en un lenguaje fuerte (Mar 8:38). Pablo tuvo que exhortar a Timoteo a que no se avergonzara del evangelio  (2 Timoteo 1:7-8). La bien conocida negación de Pedro subraya la intensa posibilidad de la vergüenza. ¿Somos nosotros cristianos avergonzados del evangelio?  Primero, la hostilidad del mundo hacia Dios, es como si realmente  intimida al cristiano. El mundo odia al Dios auténtico de la revelación bíblica. Segundo, el evangelio parece no impresivo, que no apela, débil, simple e irrelevante para el mundo.  Prediquemos el evangelio hoy, de todas formas y maneras… sobre todo con nuestro ejemplo. Finalmente la “Operación Andrés” nos motiva e incentiva a Orar por una o más personas, presentándoles el Evangelio de una forma personal, ¿ya oraste por las 7 personas? ¿ya las invitaste? ¿les solicitaste el correo electrónico para enviarles información de los servicios de los días 16 y 23 de Noviembre al evento “CONOCIENDO A JESÚS”? la tarea  es de todos nosotros, ¡habla de Jesús! ¡habla de las Buenas Nuevas! Que puedas decir como el apóstol “porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios.”

Pbro. Rodolfo Torres Pérez