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Efraín, torta no volteada (Oseas 7:8)


Una torta no volteada queda con un lado crudo. También Efraín, en muchos aspectos, no había sido tocado por la gracia divina. Aunque había en él alguna obediencia parcial, había también mucha rebelión. Sería bueno revisarnos, para ver si estamos en esta situación. ¿Estás por completo consagrado en las cosas de Dios? ¿Ha llegado la gracia al mismo centro de tu ser para que sientas su divina obra en todas tus facultades, actos, palabras y pensamientos? Tu aspiración y oración debieran ser: la santificación de tu espíritu, alma y cuerpo; y aunque la santificación no sea perfecta en ti, en todas partes, sin embargo, en su acción, ha de ser universal. No debe haber apariencia de santidad en un lugar y predominio del pecado en otro; de lo contrario, tú también, serás una torta no volteada.

A los descendientes de la tribu de Efraín Jehová les muestra cual en realidad era su verdadera condición espiritual, diciéndole ustedes son una torta sin voltear, en otras palabras, el fuego de Dios (el proceso de Dios), solo ha tocado una parte de ustedes pero ustedes no le han permitido a Dios entrar en sus vidas completamente.

Cuando a la torta solo se le aplica el fuego de uno de sus dos lados, el otro lado se queda sin cocer y la torta queda cocida de uno de sus lados, pero del otro lado no. Esta era la triste condición de la tribu de Efraín, la parte de Efraín que no fue entregada al Señor para que el fuego purificador la quemara, esa parte comenzó a unirse a las tribus idólatras de Canaán.

 Una torta no volteada se quema pronto por el lado que está más cerca del fuego; y aunque ninguno puede tener demasiada piedad, hay, sin embargo, algunos totalmente quemados con un celo fanático en pro de aquella parte de la verdad que recibieron, o carbonizados con una vanagloriosa ostentación farisaica por aquellas funciones religiosas que se adaptan a su gusto. La supuesta apariencia de santidad superior suele venir acompañada de una falta de vital devoción. El santo “en público” llega a ser demonio en “privado”.

Usa harina de día y hollín por la noche. La torta que de un lado está quemada del otro está cruda.

 Si así estoy yo, Señor, dame vuelta. Dirige mi naturaleza no santificada hacia el fuego de tu amor, y haz que sienta su sagrado calor. Que mi parte quemada se enfríe un poco, que conozca mi propia debilidad y falta de calor cuando me aparto de tu llama celestial. Que no sea hombre de doblado ánimo, sino entregado por entero a la poderosa influencia de la gracia. Sé que si quedo como torta no volteada, seré consumido con fuego eterno.

 Pbro. David Eduardo Almanza Villalobos.