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DOS TIPOS DE ALABANZA


Uno de los momentos clave y más famosos en la vida del Maestro es el que conocemos como “La Entrada Triunfal” (Mt 21:1-11, mr 11:1-11, lc 19:28-44, jn 12:12-19), aquel suceso en que el Señor llega a Jerusalén y es alabado y adorado, tanto con un acto de reconocimiento pasando sobre los mantos (de oración) y las ramas de árbol que habían sido puestas en el suelo para que pisara sobre ellos, como con un acto de alabanza con frases de exaltación a Jesús como rey… pero hubo un problema, esta misma multitud que adoró al Señor el domingo, tres días después tomó una de dos posturas contrarias, algunos de ellos simplemente lo abandonaron a la hora del conflicto, otros formaron parte de la turba que acusó al Señor falsamente y participó del escarnio que se hizo sobre su persona y en los juicios que realizaron contra Él pidiendo su muerte… ¿Por qué ocurrió esto? ¿Por qué las mismas personas que lo adoraron después se burlaron o se enojaron tanto contra Él? ¿Por qué a veces cambiamos de punto de vista tan rápido?

Existe otro tipo de alabanza, es la que surge de un corazón que ha sufrido males que, o bien Dios mandó, o bien permitió con algún fin específico. David era este tipo de adorador, se vio muchas veces atrapado por guerras y persecuciones de sus enemigos, pero en medio de este tipo de luchas salieron de su corazón frases como esta: “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Sal 43:5). El profeta Habacuc después de entender la aflicción que Israel sufriría a cargo de los caldeos dijo “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación…” (Hab 3:17-18). Job, después de vivir la terrible aflicción de perder sus bienes y a sus hijos dijo “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (1:21). Esteban fue apedreado por los perseguidores de la iglesia y en ese momento “él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.” (Hch 7:59-60). Hay ejemplo en Pedro, Pablo y muchos otros que fueron lastimados y aun muertos pero que conservaron su actitud de adoración ante Dios.

No se trata de una buena actitud frente a los problemas, algunos confunden la adoración de un corazón perfeccionado por Dios con una buena actitud frente a las adversidades, pero no es lo mismo. Se trata más bien de una alabanza que surge del interior de alguien que ama al Señor aun sabiendo cómo es Él, es decir, lo ama sabiendo que puede mandarle enfermedades, pruebas y aun exponerlo al daño físico o la muerte, lo ama sabiendo que Él puede guardar silencio en algunas ocasiones, lo ama aun sabiendo que puede pedirle cosas extrañas y difíciles de realizar o de soportar. Uno de los ejemplos que Dios quiso darnos está en el matrimonio, Dios pensó que amaramos a nuestro cónyuge no solo al principio cuando todo es miel, sino después de conocer sus defectos y tener que lidiar con ellos, después de años en los que puede haber sinsabores y desencuentros… Alabar a Dios después de la adversidad es otro tipo de alabanza, es una más perfeccionada, más pura, generalmente más genuina porque no depende de las circunstancias y porque su centro no es quien alaba, sino quien es alabado… ¿Cómo estas alabando a tu Dios?…  ¿En la segunda forma?… ¿Seguro?…

Pbro. Efraín Reyes Bonilla