
Uno de los momentos más llenos de riqueza y de enseñanza pura en la vida del Señor con sus apóstoles fue la última cena; según evangelio de Juan, al finalizar ésta el Maestro se quitó el manto, se ciñó una toalla y comenzó a lavar los pies de todos sus discípulos. Pedro quien ya había entendido la verdadera identidad de Jesús replicó, pero el Señor le dijo que era un acto necesario para limpieza y pertenencia, un acto que deberíamos seguir practicando en la actualidad según estas palabras del propio Maestro (v.15): Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis; parece una orden sólo para los discípulos pero la Gran Comisión también parece así y en realidad es para todos.
La realidad es que a veces vemos lo contrario, la actitud de querer sobresalir, la de quienes piensan que saben todo y los demás no, la de quienes no soportan la idea de que la autoridad la ejerza alguien a quien consideran su igual o alguien “menor”, etc. En mi país sobreabunda este tipo de pensamiento, y son muchos los que insisten en formar a los mexicanos con una mentalidad de aprovecharse del otro, de meterse a la fila, de pasarse el “rojo” sin que lo “cachen”, de usar la vía más corta, de robarle al vecino, de no pagar por su música, software y películas, de hacer chistes y críticas destructivas sobre el gobierno, de tirar basura en la calle, de hacerse rico por las vías más rápidas e ilegales, etcétera. Estas formas de pensamiento que hay tanto en la iglesia como fuera de ella, son contrarias al espíritu del lavamiento de pies de la última cena, según el cual el que quiera ser grande entre los hombres debe ser su servidor (Mr 10:43)
Es cierto que a veces hay hermanos difíciles de amar y es cierto también que el país esta en problemas y hay mucha necesidad, sin embargo hablamos de un problema de identidad; los cristianos que no saben servir a otros ni considerarlos como superiores a sí mismos (Fil 2:3) no han entendido que la humildad debe ser nuestra característica, una que obligadamente debe estar en nosotros como rasgo de identidad, por eso las actitudes de jefe, superioridad, egoísmo y orgullo simplemente no van con aquellos que nos denominamos cristianos. En el caso del país también hay un problema de identidad, se ha dicho por años que “así somos los mexicanos”, que no hay remedio, y sin embargo la historia de nuestro México es la de personas que perdieron la vida por la libertad de otros, que lucharon a favor de leyes y normas que beneficiarían a las siguientes generaciones, que abren su casa y le “echan más agua a los frijoles” para alimentar a personas que no son de su casa… la verdadera identidad mexicana es la del hospedaje, la de la ayuda humanitaria en tiempos de desastre, la del trabajador honesto que todos los días gana su jornal. Quienes insisten en levantamientos violentos olvidan nuestra historia, la cual enseña que quienes tomaron el control después de la lucha también hicieron daño a los mexicanos a quienes gobernaron.
Esta Semana Santa debe recordarnos quienes somos, debe enseñarnos a no convertirnos en quienes no podemos ni debemos ser, debe recordarnos nuestra verdadera obligación como habitantes de este planeta y de este país que es hacer del mundo y de México lugares mejores… Es tiempo de que los verdaderos cristianos y los verdaderos mexicanos actuemos y nos mostremos al mundo… No olvides quienes eres en realidad…
Pbro. Efraín Reyes Bonilla