Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Judas 1:3
El pasado 24 de mayo celebramos el 279 aniversario del Corazón Ardiente. ¿Qué es esto? La noche del 24 de mayo de 1738, Juan Wesley entró por curiosidad y con mucha expectativa a una pequeña capillita en la calle de Aldersgate, en Londres Inglaterra, donde se celebrara una reunión de los moravos, todo el día Juan había tenido una especie de señales de parte de Dios.
El miércoles, alrededor de las cinco de esa mañana; abrió el Nuevo Testamento. Y leyó: “Nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegases a ser participantes de la Naturaleza Divina”. (2 Pedro 1:4) Al momento de salir de su casa leyó en Marcos 12:34 “No estás lejos del Reino de Dios”. Por la tarde, en la Catedral “San Pablo” escuchó la antífona del salmo 130 “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”; por la noche de muy mala al entrar a ese capilla Morava, donde alguien leía el prefacio de Lutero a la epístola a los Romanos. A eso de las 8:45 dice Wesley: “Sentí que confiaba en Cristo, en Cristo solo, para mi salvación; y me fue dada la seguridad de que él había quitado mis pecados, aún los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte”.
Wesley comenzó a orar por aquellos que “lo habían perseguido y ultrajado”, una cita directa de Mateo 5:44. Después dice él: “Di testimonio público ante todos los asistentes de lo que sentí por primera vez en mi corazón”.
Al principio de esta editorial escribí el pasaje de Judas. Sin duda es Judas el hermano del Señor. Su objeto al escribir esta epístola fue «defender la fe apostólica contra las falsas enseñanzas que estaban surgiendo en las iglesias».
“Por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación”. La gran solicitud de Judas muestra que la fe de los destinatarios corría grave peligro, hasta tal punto que se ha visto en la necesidad de escribirles cuanto antes acerca de la salvación común, esto es, la que él compartía con todos los demás creyentes.
“Exhortándoos que contendáis ardientemente”. La exhortación es a la lucha para defender la fe, es decir, las verdades básicas del Evangelio, que nos han sido transmitidas de mano en mano. Esto porque aún NO se había escrito aun el Nuevo Testamento.
Es muy importante reconocer que las Escrituras nos hablan de batallar en la defensa de la Fe, enfrentándonos con la sana doctrina, a las herejías de los nuevos movimientos corruptores del evangelio. PERO NO sugiere una guerra contra cada pensamiento de alguien acerca de las doctrinas difíciles o no esenciales. Ciertamente, NO ES UN LLAMDO A SER BELICOSOS.
El llamado a “pelear” hecho por Judas, en su epístola, se aplica cuando existe una seria amenaza a “la fe que ha sido una vez dada a los santos”, y ese llamado la SANTIDAD, ORACIÓN Y LECTURA DE LA PALABRA, como las armas de guerra espiritual.
A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego. Y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
¿Por qué la urgencia? Porque la biblia dice “Isaías 55:6: BUSCAD A JEHOVÁ mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”.
El día del Señor está cerca, y ciertamente el apóstol Juan escribiendo el Apocalipsis dice: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Apocalipsis 22:20. Es necesario que la iglesia sepa que el tiempo está cada vez más cerca.
Por tanto, no debemos entretenernos, más bien debemos enfocarnos en servir al Señor con toda nuestra vida.
¿Has experimentado el cambio en tu corazón y vida? ¿Has vivido la experiencia del corazón ardiente? Es AHORA, o será demasiado tarde.
Pbro. David Eduardo Almanza Villalobos.