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Mal para bien


“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. Génesis 50:20.

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Introducción: José se está despidiendo y como que tiene a la familia a su alrededor, y le dice a sus hermanos el versículo que acabamos de leer. Él había vivido el rechazo de su familia, deportación, esclavitud, cárcel. Él le dice a sus hermanos: ustedes pensaron mal para mí, pero Dios lo transformó para bien. Así algunos de ustedes hoy están pasándola mal, pero Dios lo transformará para bien.

Este es un patrón en las Escrituras, sucede mal pero Dios lo cambia en bien.

Job, le fue muy mal pero Dios lo transformó para bien. El mal viene sobre Moisés, ¿cómo viene? A través de una equivocación de él, porque mata a un egipcio ya que se enciende en ira. Moisés cree que va a liberar a Israel a través de la violencia, así que Dios lo pone 40 años a enfriarse en el desierto.

Pareciera que la historia de Moisés va mal, pero Dios está en medio de esa historia. Leemos a David que comete adulterio… ¡que mal! Daniel, lo llevan esclavo a otro país, le cambian las vestiduras, el país, la dieta, el nombre. Vemos Nehemías y su pueblo con las murallas destruidas.

Pero interviene Dios y vemos a David que escribe salmos sobre la gracia, Daniel gobierna un pueblo enemigo y Nehemías reconstruye los muros con la madera babilónica.

¿Resultado? Un bien mayor, lo que empezaba mal, interviene Dios y lo trasforma en bendición.

Viendo todo esto, deberíamos estar tranquilos porque siempre que ponemos a Dios en nuestra vida, aunque las cosas anden mal, Dios las convertirá en bien.

¿Y Jesús? ¡Lo mismo! Jesús nace en un pesebre, en una boda se acaba el vino y Jesús hace su milagro, la tormenta parece muy mala pero Jesús calma la tempestad, se acaba la comida y no hay que darle a 5mil personas, pero Jesús hace la multiplicación.

Y todo lo que parece malo, en manos de Jesús se convierte en bueno. Así mismo la cruz, lo que el diablo cree que es su victoria, Dios lo convierte en una victoria para siempre sobre el pecado.

Así que grábate eso, lo que hizo Dios con José, lo quiere hacer contigo.

Y a veces ya no queremos, ya no queremos orar, ya no queremos venir a la iglesia, ya no queremos diezmar, ya no queremos alabar a Dios. A José la prueba se le presentó en forma de cisterna donde lo dejan sus hermanos, pero a ti se te puede presentar en forma de diagnóstico médico, en forma de accidente, en forma de problemas financieros.

Ahora, si José se llenaba de rencor, una nación entera se moriría de hambre. Ahora bien, José era un Junior. Siendo sensatos, ¿ustedes creen que un Junior podría gobernar Egipto? Estaba consentido. Alguien que tenía una túnica diferente, ¿Cómo lo transforma Dios, de ser un junior a ser la mano derecha de faraón? ¿Cómo le hacía Dios para transformar a un hebreo que mata un egipcio porque se enojó contra él, como transforma a Moisés para que lleve a 2 millones de hebreos por el desierto? ¿Cómo entrena a Moisés?  Lo pone en un desierto 40 años de entrenamiento. Pero a nosotros nos cuesta el entrenamiento. Pero Dios sabe que necesitamos el sufrimiento.

La unción viene sobre David, pero David sigue pastoreando ovejas. Lo que es peor, la unción a David le causa dolor, lo convierte en un fugitivo, lo condena a ser perseguido.

Así sucede con Moisés, él era un hombre de carácter fuerte, él fue criado con la cultura egipcia, era príncipe, tenía porte, era guerrero, capacitado con armas y con inteligencia, y cuando él ve que maltratan a un hebreo, se enoja y mata al egipcio. Y cuando Dios vio eso dice: tiene buenas intenciones el muchacho, pero no le entrego ahora el pueblo porque si se lo entrego, mata a los 2 millones.

¿Pero a dónde lo mando? ¡al desierto! Y hasta el día de hoy seguimos hablando de Moisés.

Como con José, convierte su tragedia en una bendición. ¿Cómo puede pasar esto? ¿Cómo Dios puede convertir una tragedia en una bendición? José lo entendió y les dijo a sus hermanos: ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo transformó en bien.

Así que amado hermano: 1. Saldrás de esta.  2. No te prometo que será sin dolor, no te prometo que será tu última lagrima, o que tu matrimonio desdichado será feliz,  o que tus finanzas caerán como lluvia. No puedo prometer esto, ¿garantiza Dios una vida sin problemas? NO. Pero ha prometido estar contigo y cambiarlo todo en bendición. Isaías 43:2.

                                                                                       Pbro. David E. Almanza Villalobos