El fin de semana anterior fuimos como familia a la Cd de México de viaje y tristemente vivimos un accidente, nuestro pequeño Daniel Barak se resbaló mientras salía de una alberquita de pelotas colocada en una sala frente a nosotros, al hacerlo apoyó mal su pie, sus piernas se abrieron y su hueso femoral izquierdo se fracturó. El proceso inició alrededor de las 10 de la noche y terminó al mediodía siguiente; implicó la entrada a un quirófano porque, aunque no hubo ningún corte, se le administró anestesia para realizar el procedimiento de inyesado de ambas piernas. Ahora él está en recuperación sin moverse mucho por las siguientes seis semanas al cabo de las cuales, primeramente Dios, su hueso habrá “soldado.” Como siempre se ha cumplido la Palabra de Dios quien usa inclusive las situaciones adversas a nuestro favor (Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados Ro. 8:28). Hemos visto, también, cuan cierto es el refrán que dice: “En la mucha necesidad, se conoce al amigo de verdad.” Desde el principio mi grupo de amigos de la preparatoria (con quienes estuvimos allá) reaccionaron como verdaderos hermanos tanto anímica como financieramente; luego el “tío Pepe” y su esposa Aurora quienes han sido unos verdaderos profesionales en la cuestión de seguros y unos “ángeles” en su atención hacia nosotros. Después cuando publiqué el evento comenzó una lluvia de comentarios, llamadas, oraciones y buenos deseos hacia nosotros lo cual nos recuerda que no sólo el Padre está con nosotros sino que nos rodeó de toda esta nube de hermosas personas que se interesan genuinamente por nuestro bienestar. También hemos aprendido demasiado de nuestro pequeño hijo quien estuvo varias horas con su pierna fracturada pero sin el escándalo que uno esperaría de un niño de año y medio, y aunque por supuesto lloraba y se quejaba actuó como un verdadero valiente. Al respecto usted podrá pensar que yo soy como todos los padres quienes ven a sus hijos como héroes aunque no lo son, sin embargo, todo el mundo alrededor suyo ha visto su hermoso carácter, su increíble buen humor (aunque pasa horas en la misma posición) y sus ganas de convivir y actuar como si no tuviera nada; no es que no le duela, de hecho cada vez que debemos moverlo se queja un poco (diciendo “aau…aau”), sino que una vez que ya acabó el movimiento él mismo dice “ya” y sonríe nuevamente… Él es como Dios nos dijo: una bendición, por eso se llama Barak, porque este es un vocablo hebreo usado en Génesis 12 que describe la bendición que Abraham recibiría y la bendición que ahora nosotros recibimos con su pequeña vida; ahora nos bendice recordándonos que, aunque las circunstancias son adversas, no debemos estar pensando en ellas todo el tiempo, no porque no nos duelan sino dándole a las cosas su lugar sin exagerarlas o sufrirlas todo el tiempo. Sabemos que los niños son diferentes a los adultos en el dolor, sabemos también que esto es el resultado de las oraciones que ya se están haciendo a favor de él (jamás le daremos el crédito a una persona cuando Dios sea el autor de algo), sin embargo el pequeño ha sido hasta hoy una muestra de fortaleza, y carácter. Por eso pensé en escribir esto, no para presumir a mi hijo o llorarle mi pena, sino para hablarle de su actitud frente a la prueba la cual nos recuerda que Dios da junto con la prueba la salida, pero la actitud frente a ella, depende enteramente de nosotros… “Deja que tus siervos vean las maravillas que tú puedes hacer por ellos. Y permite que sus hijos vean tu gloria. Que nuestro Dios y Señor sea bueno con nosotros; que nos envíe ayuda. Sí, ayúdanos en lo que hacemos.” (Salmos 90:16-17 PDT).
Pbro.Efraín A.Reyes Bonilla
Pastor de Jóvenes