Jesús vino al mundo y lo salvó; sembró en los corazones el mensaje del reino de Dios y mostró a sus discípulos y al mundo una forma distinta de actuar, de pensar y de ser. Sin embargo Jesús también preparó al mundo para la llegada del Consolador, el Espíritu de Verdad que convence al mundo de pecado, que nos revela al Padre y que nos lleva a creer en Jesús y llamarlo Señor. Esta obra del Espíritu tiene un gran impacto en nosotros pero con repercusiones hacia lo externo, Dios sí desea la comunión constante con su pueblo pero usa a ese mismo pueblo para incrementarlo, para añadir creyentes, para convertirlos en discípulos e hijos de Dios. Sí usted no cree estar lleno del Espíritu Santo le recomiendo buscar esta llenura, aproveche los cultos que tendremos (hoy mismo hay uno en la tarde), búsquelo en casa, en alguna reunión de oración, donde sea, pero búsquelo hasta que lo encuentre, recuerde: …cuánto más el Padre dará su Espíritu a quienes se lo pidieren….
¡Pero no se quede ahí! Esto sería como ver una película hasta después de la mitad y luego pararse e irse sin saber en qué acabó, sería como pensar que una manzana que comenzó a crecer en el árbol fue creciendo y ya tenía un color verde hermoso pero aun inmaduro y de repente simplemente desapareció. Amados, el cristianismo es transmisión de vida, no es ensimismamiento, no es reunir siempre a las mismas personas en el mismo lugar, es dar, es llevar, es compartir, es testificar, es transferir vida a un mundo muerto. La obra del Espíritu es de llenura pero también es capacitadora, así que ahora que hemos recibido nos toca dar, así que si realmente tienes al Espíritu viviendo en ti quiero pedirte que lo demuestres, no sólo quiero escuchar tus lenguas para saberlo, quiero verte actuar, quiero verte compartir con quienes caminan sin vida, con quienes forman parte del cuerpo pero se desanimaron, se ausentaron o inclusive se fueron, con quienes tienen necesidades financieras, con quienes necesitan un amigo, un mentor o cualquier tipo de ayuda que tú puedes dar.
Es en este mismo espíritu que Pablo reprende a la iglesia en Corinto, primero en el capítulo 11 por no tener verdadera comunión con sus hermanos, y después en el 14 por usar los dones dados por el mismo Espíritu pero sin amor ni consideración a los demás, sino con espíritu de protagonismo y presunción.
Ahora te toca a ti hermano, ven y llénate, pero no para que te sientas satisfecho y feliz, sino para que sigas dando; no vengas una sola vez a la fuente para llenarte mucho, ven constantemente para rellenar lo que has vaciado en otros, y repite este proceso una y otra vez, hasta que ya no tengas fuerza en ti, hasta que el Señor decida llevarte a su presencia, o hasta que Él venga, lo que ocurra primero.
Pbro. Efraín Reyes Bonilla