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¡AH! CON RAZÓN


Recientemente fui a comer a un carrito cerca de la Iglesia, mientras lo hacía llegó una señora que también pidió comida y preguntó si había “sodas”, el despachador le dijo que sólo había Coca, pero ella quería un refresco de dieta; yo aun no tenía bebida pero no quería Coca así que decidí interrumpir mi comida y atravesar la calle para comprarme una, estando en el minisúper se me ocurrió llevarle una coca de dieta a la señora (y confieso que tuve dudas de hacerlo… después de todo no nos conocíamos…). Cuando yo ya estaba pagando la señora llegó al minisúper y le dije que no comprara porque yo ya lo estaba haciendo, ella prefirió una coca diferente pero quedo muy agradecida; ambos regresamos al carrito a terminar de comer, el despachador me preguntó si yo era de por aquí y si sabía dónde habría baños, el hombre era una persona muy limpia así que le ofrecí entrar al baño de Trinidad, le dije que yo era uno de los pastores y que preguntara en la entrada por mi. Cuando la señora escuchó que yo era de la Iglesia dijo “¡Ah! Con razón…” Me explicó que hace muchos años ella tenía un negocio de arreglo floral y que había tenido un evento en Trinidad donde los novios le ofrecieron quedarse a la ceremonia y aun quedarse a la recepción en el Salón Social (aunque no se conocían sino sólo por el arreglo floral). Ella entendía que los cristianos en nuestra iglesia podemos ser gente amable y me felicitó por fijarme en las necesidades de otros. Aunque esto parece ser un escrito sobre mí en realidad el fondo está en las palabras “¡Ah! Con razón”, ya que, como años antes alguien también fue amable con ella, ahora ella tiene un buen concepto de la gente cristiana (y hasta aproveche para invitarla a la Femenil… oremos para que venga). Me encantaría saber que la gente alrededor tuyo dice “¡Ah! Con razón” refiriéndose al testimonio que estamos dando a nuestro alrededor, no se necesita más que un poco de amor y de interés en las necesidades de los demás, yo no hago estas cosas solo, mis padres, mis pastores y varias personas me han enseñado esto con sus propios ejemplos. ¿Qué van a hacer tus hijos, tus alumnos o aun tus empleados después de mirarte? ¿Estás dando testimonio de Jesús con tu vida?… Antes de irse la señora me dijo otra vez “¡Felicidades! Arriba nos están viendo…” hoy te recuerdo hermano “arriba nos están viendo…” (Mt 25)