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ADVIENTO


Del latín ad- venio, adventus, llegada o llegar. Para el cristianismo, las cuatro semanas anteriores a la Navidad, es una etapa de preparación antes de celebrar el nacimiento de Cristo. El calendario cristiano no comienza, como el año civil, en enero, sino con el primer domingo de Adviento, y esto desde hace muchos siglos. Existen algunos escritos antes del final del siglo cuarto cuya referencia son las actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe que “desde el día… de diciembre hasta la fiesta de Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia”. Dos homilías de Máximo, obispo de Turín (415-466) refieren a esta celebración y Cesáreo, obispo de Arlés (502-542) menciona una preparación antes de la Navidad. Un sínodo desarrollado en (581) en la Galia, hoy Francia en su canon noveno, lo presenta como una ordenanza para la iglesia y así hasta el día de hoy. Durante el Adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada “corona de Adviento”, con cinco velas, una por cada domingo de Adviento. Hay una pequeña tradición de Adviento: a cada una de esas cinco velas se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia, la cuarta, la fe; y la quinta que por lo general es blanca simboliza el nacimiento de Jesucristo y amor de Dios. Así como la Cuaresma prepara las mentes y corazones para celebrar la Resurrección, el Adviento (advenimiento o llegada de Cristo) prepara a la iglesia para celebrar el nacimiento del Señor Jesús. Que en este mes de Diciembre realmente Dios nos prepare para tener un encuentro personal con Jesucristo, anhelemos su pronta venida a nuestros corazones, a nuestras vidas, hogares; y que sea el regalo más grande, maravilloso, único que dure por siempre y nos lleve a la vida eterna.

 Pbro. Rodolfo Torres Pérez.