Wasihngton #513 Ote. Monterrey N.L. 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 p.m., 2:00 p.m. y 6:00 p.m.


LA EXPERIENCIA WESLEYANA COMPLETA


Una de las formas más hermosas a través de las cuales el Señor se aseguró de que entendiéramos que el asunto de la fe, la salvación y la santificación no dependen de nosotros sino que son resultado de su amor y misericordia es el tema del Espíritu Santo. Juan el Bautista predicó el mensaje del arrepentimiento (cambio de mentalidad) reflejado en “frutos dignos”, es decir, actos que demuestren que en realidad hemos cambiado; sin embargo Juan mismo reconoce que venía tras de él alguien que bautizaría a las personas con Espíritu Santo y fuego. No es suficiente el deseo de cambiar ni los actos que realizamos que demuestran que hemos sido tocados por Dios y queremos agradarle, ESTO ES BUENO PERO INSUFICIENTE, necesitamos al Espíritu Santo. Juan Wesley, aquel predicador de la iglesia anglicana a través del cual Dios fundó la Iglesia Metodista tuvo una experiencia similar, él vivía una vida que realmente demostraba su compromiso con Dios y su arrepentimiento: El había sido autizado en agua, era ministro, tenía largos tiempos de oración, predicaba el mensaje de arrepentimiento (e inclusive hizo un viaje misionero), ayudaba a gente necesitada y sin embargo no se sentía totalmente libre ni perdonado. Esto es porque la experiencia de arrepentimiento y salvación que vivimos por Jesucristo, aunque es perfecta y completa en sí misma para efectos de la vida eterna, no es la obra completa que Dios quiere obrar en nosotros. Fue el mismo Señor Jesús quien dijo en Juan 16 “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”. El Espíritu Santo nos bautiza (con fuego) en una forma tal que “sentimos que confiamos en Cristo, nos sentimos realmente perdonados y verdaderos hijos de Dios”. Lo mejor de todo es que esta experiencia nos ayuda a entender que NO ES POR NOSOTROS sino por Él por quien todo lo bueno sucede en nuestras vidas. Hermanos, seamos llenos del Espíritu Santo y recordemos… No a nosotros sino a su nombre sea gloria.

Pbro. Efraín A. Reyes Bonilla