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UNA VOZ CONOCIDA


Recuerdo la vez que hicimos la siguiente dinámica en nuestra reunión de jóvenes: Sin avisarles de quién se trataba, le llamamos por teléfono durante la predicación a la mamá de una de nuestras muchachas, el objetivo era saber si ella podía identificar la voz de su madre con tan solo oírla de lejos y sin saber lo que estábamos haciendo. La mamá nos contesto la llamada y apenas dijo “¿bueno?” la muchacha salto en su lugar y grito “mamiiiii”. Les explicamos a nuestros muchachos que la única forma de reconocer una voz de esta manera es cuando pasas tiempo escuchándola, cuando haces un ejercicio constante de reconocer sus matices, volumen, etc. CON DIOS PASA LO MISMO y por eso cuando alguien me pregunta cómo puedo escuchar la voz de Dios y diferenciarla de mi mente o de otras voces espirituales les explico que llevo tantos años hablando con el Padre que ya estoy acostumbrado a su voz y a su forma de hablarme.

Juan 10 explica que Dios es el pastor y quienes somos sus ovejas lo conocemos, oímos su voz y lo seguimos, esto es porque estamos acostumbrados a esa voz, su estilo, el tipo de cosas que nos dice (sean regaños, abrazos, enseñanzas o exhortaciones simples).

En este siglo de muchas voces que resuenan por todos lados hablándonos muy diferentes cosas, es importante hablar con Dios y hacer de ello un hábito diario de modo que no seamos confundidos con otras voces que nos lleven a caminos de muerte o nos distraigan de las preciosas metas que el Padre ha puesto delante de nosotros. Al conocer la voz de Dios tampoco seremos desviados con las voces de personas que desean confundirnos o atemorizarnos; sabremos también la voluntad del Padre acerca de cosas tan importantes como la elección de una carrera, de una pareja, de una inversión, etc., de modo que no cometamos errores graves en asuntos tan relevantes. Dios también puede susurrarnos preciosas palabras de amor y ternura, así como infundirnos aliento en tiempos de tristeza, pero a veces también guarda silencio y es cuando usamos todo lo que hemos escuchado de Él antes y demostramos si en realidad estamos madurando. La voz de Dios también está impresa en la Biblia y sigue siendo la palabra profética más segura. Recurramos todo el tiempo al consejo de Dios quien está cercano a todos los que le invocan de veras, a los que le buscan de todo corazón.